200a-small El domingo al mediodía la señal se apagó. Mientras conducía su programa en Radio La Ribereña de Camaná – Arequipa sicarios ingresaron a la emisora La Ribereña y asesinaron de un balazo y golpes en la cabeza a Hernán Choquepata Ordoñez (conocido como “Randy”), periodista agudo que denostaba contra las autoridades de su provincia. La señal se apagó y cuando se recobró había un charco de sangre expandido por todos lados, producto del proyectil que ingresó por su ojo y se detuvo en el cráneo donde horas después lo encontraron los médicos legistas.

Es temerariamente normal que la agenda noticiosa nacional se ocupe poco de estos temas, más aún si un medio provinciano y con ciertas características que la academia repudia porque no la entiende, es 200-cerbatanas-smallnormal que calle. Lo que sí es cada vez más extraño pero igual de temerario que los medios aledaños hagan casi lo mismo o lo reseñen hasta despectivamente. Han salido a decir algunos “aclarando por supuesto”, que no era un periodista sino un locutor.

Todo esto contra lo que indignadamente está sintiendo la población que por millares asistieron al entierro del periodista. La Municipalidad de Camaná no abre sus puertas porque teme que la población genere violencia haciendo caso a su olfato acusador. Para ellos hay un solo culpable: la autoridad provincial quien ha salido a desmentir cualquier relación con el macabro hecho que nos compara, sin menos comas, con lo que pasa en Sinaloa México. Es más, este funesto hecho es un mortal mensaje para el que se porte con características similares al malogrado colega, por eso, se hace más sorprendente la pasividad con que se ha tocado el tema en la segunda ciudad del país.

Al día siguiente las redes sociales y el “activismo” indignado exigía explicaciones y por poco no se convocan a marchas para pedir respuestas del porqué el maltrato verbal a un par de periodistas deportivos por parte del entrenador del Melgar Juan Reynoso. Mientras tanto la gente hervía en Camaná exigiendo justicia. Si nos defendemos, seguramente el hecho pasa desapercibido. Y defenderse significa exponer el caso, hacerle seguimiento y que la justicia alguna vez alcance a la esposa y dos pequeños hijos que deja “Randy”. Por menos cosas se ha observado lástima y temor porque está en juego, no sólo la muerte de un ciudadano asesinado por sicarios, sino un principio en escrutinio: es posible hacer periodismo con la libertad que implica nuestro marco legal, ese mismo que rige la vida democrática y el estado de derecho.

Si se ataca a un periodista se ataca a la sociedad pues se le restringe la posibilidad de conocer un punto de vista, por más que discrepemos de estilos. El autor intelectual está tranquilo y a buen resguardo por ahora, pero no hay crimen perfecto, así la Policía no ponga el ánimo como suele poner cuando el tema es mediático nacional, la justicia se abre paso, porque los millares de camaneños están a la espera y búsqueda del sosiego que requiere al atentado que le han hecho. Y esperamos más temprano que tarde el asesinato de Randy no quede impune y conozcamos con nombres y apellidos al autor físico e intelectual.

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