[Por: Gerald  Rodríguez. N].

El teórico francés, Nicolás de Chanfort, dijo una vez: “la sociedad de divide en dos clases: los que tiene más comida que apetito y los que tiene más apetito que comida”.

Desde esta frase nutrida de lógica alimenticia en nuestra actual sociedad, en el periodo 2007 – 2012 Loreto presenta altibajos en su DCI, manteniendo un 32.3%. de desnutridos infantiles. Es importante analizar con detenimiento las razones de este hecho, ya que según estimaciones del MIDIS, Loreto debería reducir la DCI a 19.3% al año 2016. Mientras esto sucede, en el país, a nivel de la venta al detalle, se desperdician 3.076 millones de calorías, las que bastarían para satisfacer las necesidades nutricionales de cerca de 2 millones de personas, permitiéndole reducir el hambre desde 11,8% a 6%, según señala la FAO en el informe sobre Pérdidas y desperdicios de alimentos en América Latina y el Caribe. “Cada año la región pierde o desperdicia alrededor del 15% de sus alimentos disponibles, lo que impacta la sostenibilidad de los sistemas alimentarios, reduce la disponibilidad local y mundial de comida, generan menores ingresos para los productores y aumentan los precios para los consumidores”, señala el Representante Regional de la FAO, Raúl Benítez.

¿Por qué si existe más pobreza y desnutrición infantil en el país, no se soluciona con la reorientación política para que el aumento de desperdicio de alimentos en el país no siga surgiendo en pequeñas escalas? Pese a que se empezó a tomar medidas necesarias con políticas que reorienten la distribución de alimentos a manos de los que necesitan y no dejar que lleguen a que se descompongan y vayan ser parte de los desechos, pareciese no ser suficiente estratégicas lo que el gobierno está haciendo respecto este tema. En el mundo el desperdicio de alimentos asciende a 1300 millones de toneladas, en América Latina asciende el 30 % de la comida que se produce termina en basura y en el Perú, se desperdicia 3.076 millones de calorías. Pese a las políticas y compromisos impulsado por el gobierno, El director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), José Graziano da Silva, advirtió del «insuficiente» progreso en la lucha contra la subalimentación, que afecta a unos 842 millones de personas, en el mundo. Según estas cifras, una de cada ocho personas padece «hambre crónica» en el mundo a pesar de la reducción de la subalimentación y de los avances económicos experimentados en países en vías de desarrollo de América Latina.

Los compromisos de reducción de la pobreza y la subalimentación en el país no lograron sus metas, mientras el desperdicio de alimentos seguirá siendo un malestar para los que no pueden tener acceso a ello, y ni siquiera pueden tener acceso a la llamada “ola de crecimiento económico”, que no llega por supuesto a los que seguirán siendo los más necesitados del país y de la región.