Marihuana TV

ESCRIBE: Jaime Vásquez Valcárcel

Sábado mediodía, pasadas las 12 y uno está un poco pasadito por la resaca de lo vivido la noche anterior. Antes de alimentarse fuera de casa, como todo buen sábado, uno decide dar una miradita a la televisión local y en ese afán se resiste a la globalización de las comunicaciones que el viejo orden mundial nos quiere imponer en nombre de la libertad de expresión. Uno se aferra al chauvinismo televisivo y quiere conocer algo de la realidad iquiteña. Aunque sea la realidad farandulera. Qué importa. Y lo que se encuentra es más o menos la misma porquería. La espontaneidad mezclada con improvisación. La reiteración verbal mezclada de huachafería. La mediocridad mezclada con en el país de los ciegos el tuerto es rey, qué carajo. Uno quiere ver algo decentemente producido y se traga las expresiones más bobas que un ser humano puede exclamar. Con las excepciones que confirman la regla, señoras y señores.

¿Y ese menú televisivo es el que deciden los grandes y pequeños propietarios de los canales de televisión? ¿Ya hemos llegado a tal nivel de estiércol –póngale el término que prefiera su oído- que nos soplamos dos o tres horas ininterrumpidas de viruta o maleza sin que nos provoque la menor estupefacción? ¿Los que autorizan esa televisión basura son los dueños que creen estúpidamente que al recibir quinientos solcitos entregan patente de corso para que cualquier hijo de vecino aparezca en ese gran invento de la humanidad? ¿Ya hemos claudicado de nuestra capacidad de sobrevivencia para aceptar como un mal menor que un ignorante de plazuela permanezca cientoveinte minutos hablando incoherencias y en el colmo del desperdicio tiene un ayudante-asistente que le hace comparsa en su propósito? ¿Los dueños de los canales de televisión, donde hay respetables señores pero que son unos verdaderos ignorantes e irresponsables, ven junto con sus hijos y/o nietos esos programas por los que reciben un dinerito que los permite pagar sus recibos de agua y luz? ¿Acaso no sería mejor exigir a esos mequetrefes de la conducción que por lo menos elaboren un informe bien editadito sobre cualquier cosa antes de mostrar imágenes sin editar y hablar sobre ellas con desconocimiento evidente del tema? Preguntas que le asaltan, irremediablemente, porque con la técnica y avances tecnológicos le provoca cierta tristeza que retrocedamos en la rica profesión de comunicadores. Pena, penita, pena.

Así que uno no aguanta ni los treinta minutos y tiene que buscar la calle, donde la cosa también está difícil. Pero de la calle venimos y hacia ella iremos. Una parrillada cualquiera es mejor a soplarse la programación meridiana de la televisión local. Y hay parrilladas, cebichadas y hasta cecinadas algunas de ellas organizadas por los proxenetas de moda. Hasta en los proxenetas hemos retrocedido, ya les explicaré con lujo de detalles y en exclusiva(vo) en otra oportunidad. Y al ver tanta porquería en la programación sabatina –porque la de lunes a viernes del mismo rubro es sencillamente repugnante- uno quiere olvidarse de todo y busca un buen amigo, ese amigo entre comillas, como diría Fernando Ubiergo, y zas ya tiene entre sus manos un porrito, esos de los que te hacen rodar por el mundo y se entrega a la recaída de los años turbulentos y a la primera humareda siente que esa realidad inventada hasta la enajenación es mejor, mucho mejor, que el menú horrible de los sábados en la televisión local. Y quiere un porrito permanente, uno para los demonios y otro para los cucufatos. Ya se verá qué se hace el próximo sábado.

1 COMENTARIO

  1. Disculpen la ignoráncia pero, qué es un «porrito», si hablamos de «marihuana TV» será un pito, un troncho?, sea más explícito en su comentário Sr. periodista.

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