¿Nos sanamos de nuestras heridas emocionales?, ¿podemos reponernos después de shock muy fuerte o un trauma?, ¿la capacidad de resiliencia puede reparar lo sucedido? Estas y otras preguntas me vienen a la cabeza después de mirar la película “Manchester frente al mar”. Un joven que vive en Boston recibe la noticia que su hermano mayor ha muerto, el hermano residía en el pueblo pesquero de Manchester. Él vuelve al pueblo y junto con él el recuerdo de lo que ocurrió. En el testamento que deja el hermano le pide que sea el tutor de su hijo. El mundo se le viene encima, está sobrepasado emocionalmente. Lo que había ocurrido en el pueblo en que vivía es que cierta noche luego de estar de fiesta con sus amigos sale a comprar a una tienda a unos minutos caminando. Al volver a casa encuentra un incendio en la casa donde mueren sus hijos pequeños siendo la única sobreviviente su mujer. Claro, hay un sentimiento de culpa profundo y la culpabilidad social de la gente del pueblo que le señala como responsable (o de padre irresponsable) de lo sucedido. A raíz del accidente la pareja se separa y él decide irse a trabajar a Boston como un manitas (es decir, un mil oficios, además de portero de edificios). Volver al pueblo, tras la muerte de su hermano, le trae todos esos tsunamis de malos recuerdos del que todavía supuran las heridas. Además del encargo legal de ser el tutor del sobrino. Es una situación nueva y difícil para él. Una de las maneras de desahogo de la situación que vivió es que habla lo justo, le es difícil hablar de sus sentimientos y busca broncas por quítame una paja. La mujer se vuelve a casar y se refugia en la religión, le pide perdón pero él huye de ese perdón. Finalmente, luego de muchas dudas, amén que no consigue trabajo en el pueblo– el consabido refrán pueblo chico infierno grande, decide volver a Boston. Con unos amigos negocia que su sobrino se quede en el pueblo de Manchester y cuando pueda y quiera puede ir a verlo. Pero no se queda en el pueblo. Le confiesa a su sobrino que no puede hacerlo. Se siente emocionalmente atascado, que no ha logrado superar lo sucedido. Y vuelve a Boston a trabajar de manitas ¿podemos superar situaciones tan devastadoras emocionalmente? Me temo que no o no del todo. En todo caso, afloran un océano de dudas e ingratos recuerdos.

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