La primera imagen es una mujer que está mirando un departamento y pregunta sobre el alquiler con la casera. Seguidamente se muestra la casa de Manana, así se llama la mujer protagonista de cincuenta años. My happy family es una película georgiana. En la casa conviven tres generaciones. La de sus padres, con una madre tradicional – la matriarca es el orden biempensante, el matrimonio de ella y la de sus hijos. Su hija convive con un compañero y el otro hijo es un informático. Hay una fiesta familiar y después de ella anuncia que se va vivir fuera de casa, en la casa de la primera imagen. Manana enseña literatura. Ella necesita tranquilidad y alejarse de ese mundo patriarcal en el cual vive y convive, que la asfixia. Para leer y dedicarse a ella. Su madre pone el grito al cielo, que esa decisión va contra la familia y su marido. El marido se queda impávido y por más que le duela, respeta la decisión mordiéndose la lengua. Y en sus hijos hay opiniones divididas. La hija la entiende y el otro refunfuña. El hermano de Manana intercede para hacer que desista en su decisión- el mundo patriarcal de patas arriba. Ella así entre apuros y agobios empieza a vivir sola. En ese camino hacia delante que emprende Manana va descubriendo un mundo que ignoraba como la infidelidad del novio de la hija y la de su marido, el marido tenía un hijo extramatrimonial que ella recién se entera en una fiesta de compañeras del colegio. Pero ella no decide dar vuelta atrás en su decisión. Las adversidades no le hacen doblar el brazo. La película muestra que la decisión de Manana subvierte el orden hecho a imagen y semejanza de los hombres, que no es fácil: a la familia, a los amigos les cuesta respetar las decisiones como la de irse a vivir para poder vivir con tranquilidad. Estas batallas cotidianas son las que muestran las verdaderas heroínas.

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