Y cada nueva lectura, aunque sea del mismo texto es una lección

Joan- Carles Mèlich

Cuando uno lee lo sucedido en los campos de concentración nazi que es uno de los sangrientos momentos de la humanidad en el siglo XX, se viene al recuerdo Auschwitz, para muchos la humanidad no podría ser la misma desde este hito del horror. A pesar de todo este horror del infierno lo que encontramos son relatos que algunos lo ha denominado los “relatos del infierno”, estas historias narran lo vivido en el averno. Los que testimonian esos relatos son los sobrevivientes (y víctimas) de esos campos de concentración, hombres, mujeres y niños. Para citar ejemplos emblemáticos, dentro de los muchos que hay, como es el caso de Primo Levi con la “Trilogía de Auschwitz” describe descarnadamente lo que sufrió en esos campos donde residía el mal. En el caso español es el de Jorge Semprún con “La escritura o la vida”, en el testimonio de Semprún aparece entre los personajes M. Halbwachs, intelectual que trabajaba aspectos sobre los marcos sociales de la memoria. Son testimonios muy dramáticos con lo sucedido en esas comarcas de la barbarie. En Buenos Aires al visitar el Museo Judío se puede advertir lo que pasó con la hegemonía de las ideas totalitarias (una idea totalitaria hoy es el mercado o el progreso, por ejemplo) contra las personas humanas. Es más, sobre lo sucedido en esos territorios donde dejamos de ser humanos (llegaron a ser, para la burocracia nazi o de la muerte, simples números que estaban inscritos en la camisa) hay una gran y prolífica literatura con el propósito que esos hechos no vuelvan a ocurrir. La filosofía ha tomado posición y reflexionado con lo ocurrido en los campos de concentración. A todo esto, esos aludidos relatos del infierno se convierten en el sostén de la memoria, de la palabra, de la filosofía. Una de las pocas maneras de hacer memoria es a través de esos relatos, de recordar, de volver a vivir con el propósito de sanearse con uno mismo. Escuchar esos testimonios es sentir compasión por el otro, por quien ha sufrido. Esas emociones públicas deberían formar una ciudadanía crítica y vigilante sobre el mal que llevamos dentro. Estar atentos a lo que ocurre en muchos agujeros negros de legalidad que vive en el mundo como pueden ser los territorios en Palestina, la situación de los inmigrantes en Europa, África, América. O la situación que afecta derechos fundamentales como es el caso de la contaminación petrolera en los pueblos indígenas en la Amazonía continental ¿en el caso de la floresta hubieron esos relatos del infierno como fue el caso del Putumayo?, ¿se ha podido reflexionar,  en este patio trasero de Perú, debidamente por lo ocurrido con los crímenes del Putumayo?,  ¿la filosofía perulera se ha puesto a pensar con lo ocurrido?, ¿cómo hemos reaccionado los amazónicos y amazónicas?

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