En un lugar de la carretera a Nauta hay un centro de adoctrinamiento, donde los consejeros regionales son entrenados diariamente para cumplir funciones serviles, labores de vasallos. El entrenador es exigente y quiere que los consejeros no dejen de aprender todas las formas y manías de la obsecuencia. Los consejeros asisten a ese local en las  mañanas, de 6 a 12,  para  aprender todas las formas del rebajamiento humano. Después salen dispuestos a poner en práctica todo lo que han aprendido. No es necesario que nadie les ordene o les obligue a rebajarse, pues por propia voluntad deciden comportarse como cortesanos del gobernador. Unos cortesanos que no tienen tregua ni vergüenza y que están en todo momento listos a demostrar el servilismo que les guía.

La historia de ese servilismo comenzó cuando tantos consejeros, sin que viniera a cuento,  dejaron sus banderías políticas para pasarse al partido del gobernador. Sin ningún problema, rubor o culpa esos personajes se vistieron de naranja como si se tratara de una broma de mal gusto. El cambio de camiseta fue una brutal agresión a la voluntad del electorado y la desaparición de toda oposición fiscalizadora en el gobierno regional de Loreto. Y los consejeros recibieron algunas prebendas como un viajecito por allá, un cebichito por acá. Convertidos en partidarios de última hora del gobernador,  esos consejeros están demás. No sirven para nada y lo único que hacen es humillarse para servir mejor a quien gobierna.

A ese paso pronto los consejeros se convertirán en simples guardaespaldas del que los pervirtió. Hace poco prestaron los servicios de cuidadores eventuales y formaron un cordón de protección mientras se declaraban solidarios con el  hombre que les pervirtió para siempre jamás. No está entonces lejos el día en que veamos a esos consejeros portando armas y vestidos como guachimanes para cuidar los pasos del gobernador.  No está demás imaginar que con el paso del tiempo pondrán alfombras en cualquier parte, hasta en el sucio suelo, para que por allí pase  Fernando Meléndez.