Cuando uno lee los datos del Informe PISA sobre Perú se pega una depresión de caballo, pide urgente una severa dosis de diazepam. Es cierto que andamos mal desde hace un buen tiempo [muchos de los ex presidente de Perú mandan a estudiar a sus hijos e hijas fuera del país ¿por algo será no?] y parece que la solución no será pronto y, desgraciadamente y mientras tanto, aumenta la brecha de desigualdad por más que los indicadores económicos (inflan como una rana al ex presidente García Pérez) estén en positivo. Con esas cifras en comprensión lectora a una persona que escribe la depresión se agudiza hasta niveles de estar a punto de acudir a un psiquiatra – en Loreto estamos a la cola de la comprensión lectora como triste lugar que a nadie (digo políticos/tas) importa. Cuando veo datos así me pregunto ¿para qué y para quienes escribimos? Muy jocosamente alguien me suelta el chascarrillo, no escribes para estas generaciones sino para las futuras [mierda, tengo bien desarrollado la perspectiva futurible, me digo como amargo consuelo], te leerán después de muerto, ja y eso, me replica con gracejo mí mismo amigo guiñándome el ojo con picardía. No hay lectores o lectoras, me corrijo, seguramente hay personas que leen pero que no comprenden nada, están en el limbo, es como si después de leer no hubiera pasado nada. Así empobrecemos la ciudadanía, no queremos personas pensantes sino borregas/gos que vayan a la moda o que escuchen “El valor de la verdad” hasta volverlos estúpidos. Esa es la triste realidad, nuestra realidad. Hace poco hice una crónica con muchas voces (coral) sobre el incidente con una aerolínea para viajar al Cusco, la intención era retratar el guirigay en que estaba envuelto. Pero la respuesta de algunos lectores y lectoras me dejó perplejo, amén de los insultos, groseramente replicaban que no entendieron nada. Me dejó pensando el nivel de comprensión lectora de esas personas. No entendían nada pero no le faltaron los adjetivos para descalificar. De sensibilidad nula. Si le cambias las formas de narrar no te entienden ni mú, mejor que no lean “Rayuela” se pegaran un susto de muerte y blasfemarían contra Julio Cortázar. Y otra vez me ronda la pregunta ¿Para qué y para quiénes escribimos?

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