Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

10:00 p.m. del último lunes, una llamada nos alerta de un incendio en la calle Ramón Castilla con César Calvo de Araujo. No queda más que ir hasta el lugar para comprobar la magnitud del siniestro debido a mi labor como periodista. Minutos después, casi junto con los bomberos, llego al lugar.

Un pequeño cisterna con una cuadrilla de hombres de rojo se dispone a apagar las llamas que consume un almacén de productos agroindustriales. En el lugar pululan policías y curiosos por montón. Más que ayudar, poco o nada hacen, la mayoría se dedica a estorbar, chismosear y otros a tratar de llevarse alguito en brazos aprovechando el pánico que se apodera de los vecinos contiguos a la escena del siniestro, mientras los bomberos luchan incluso contra la adversidad para poder cumplir con su labor que, dicho sea de paso y por si muchos no lo saben, es voluntaria.

Sí, así como lo lee, la labor de los bomberos es voluntaria. Ahí están los hombres de rojo de quienes muchos en alguna oportunidad nos mofamos con aquella frase, tonta y hasta estúpida: “para cojudos los bomberos”. Y si pues, aquellos a quienes calificamos como cojudos no lo son.

Los verdaderos cojudos somos nosotros y mucho más, y me disculpan, las propias autoridades, con algunas excepciones. Y es que hay que ser cojudos para no ver la realidad en la que se desempeñan los bomberos, aquellos seres humanos que arriesgan sus vidas para salvar la de otros enfrentándose a las lenguas de fuego.

Ahí están abogados, árbitros de fútbol, policías, militares y de otras profesiones u oficio cumpliendo su papel de voluntario. Dejando a su familia o lo que tengan que hacer para cumplir con el llamado de alerta para socorrer a quienes se ven afectados por un incendio.

Y da vergüenza ajena ver las condiciones en las que tienen que lidiar con el fuego. Cisternas con poca capacidad de agua, hidrantes inoperativos, manguera rotas, uniformes desgastados y pocos balones de oxígeno, y encima somos tan conchudos en exigir que sean eficientes cuando no les damos las condiciones.

Muchos dirán que las autoridades no están obligadas a apoyar a los bomberos. Yo creo que algo podrían hacer las autoridades pero simplemente no les da la gana y saben por qué. Porque nunca han estado ante una desgracia que se llama incendio. La insensibilidad se ha apoderado de las actuales autoridades.

Dios quiera que no se incendie un hotel, un edificio o alguna estructura a la que sería difícil de acceder porque ahí los bomberos serían meros espectadores pues si con un almacén tienen que batallar horas de horas se imaginan ante estructuras mayores.

No me queda más que rendir un homenaje a los hombres y mujeres de rojo por lo que son. Por ser seres humanos con espíritu social. Porque siempre estarán ahí atentos para ayudar y socorrer ante la desgracia y porque estoy seguro que se opondrían a recibir un dinero a cambio porque el espíritu de servicio a la sociedad y para lo que ellos se formaron va más allá de ello. No diré que me hubiese gustado ser bombero, pero sí lamento haberme perdido el curso que en algún momento dictaran a los colegas periodistas para conocer un poco más sobre la labor que realizan y para ayudar como se debe ante situaciones de emergencia que se presentan como la del último lunes. Gracias amigos bomberos voluntarios.

coquicarrillo@yahoo.com

@reporteropro

1 COMENTARIO

  1. Completamente de acuerdo: Gracias señores bomberos por lo que dan sin recibir nada a cambio digno de un ser humano hijo de DIOS

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