Por Filiberto Cueva

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“Camila está todo terreno” me escribe un amigo al que no veo hace aproximadamente 05 años, quien por las hojas de paico que le pone a la sopa de su hija me dice que esta, está cada día más grande y fuerte.

Fernando, el padre de Camila y amigo mío me comenta que hace solo unas horas fue a comprar hojas de paico, y en el camino de vuelta a casa, recordó su niñez en su natal Cajamarca, y como luego de clases en Chiclayo, caminábamos aproximadamente 10 cuadras para beber emoliente y luego ir  cada quien a su casa.

Era un ejercicio que se hizo costumbre. Las clases terminaban casi a las 11 de la noche y hasta llegar al puesto de emolientes, darían las 11:30.  Ambos disfrutamos mucho de todos esos momentos. Conversábamos de todo. Un día Fernando me habló de unos audios que servían para resetear el cerebro. Los escuchabas en posición de dormir y al cabo de una semana tu cerebro se reseteaba “como cuando se resetea una computadora” me decía.  Es que no digo, hablábamos de todo.

Luego un fin de semana, un amigo nos invitó a una sesión de San Pedro en la Playa de Pimentel. Fernando y yo, debíamos preparar la planta con las instrucciones que este amigo nos diera. Así que conseguimos la planta, había que ser muy cuidados al momento de su elección. Luego la hervimos por cerca de 02 horas en mi casa. Creo que lo hicimos en una olla arrocera “para que hierva más rápido”.  El asunto es que la planta no dio el resultado que según cientos de páginas de internet, daría. Pienso que es por la influencia de la electricidad al momento de hervirla. Puesto que usualmente se recomienda hervirla con fuego de leña y de manera lenta. Hicimos todo lo contrario.

Alguna otra vez, también fuimos de pesca a Pimentel. Un amigo distinto al primero nos acompañó. Estuvimos cerca de 03 horas caminando por el muelle, entre aquí y allá y no logramos pescar nada. Ni siquiera un pez que nos devolviera la ilusión. Nada.

Fernando, uno de los chicos más inteligentes que hubiera conocido. Se ganó para el año 2010 una beca que lo llevara a hacer prácticas en un laboratorio en Brasil. A su regreso, la energía no le cabía en el cuerpo. Se había decidido a ser Premio Nobel de Biología. Todo parecía indicar, que no descansaría hasta lograrlo.

Yo, que pensé que le había perdido el rastro, recibo una comunicación suya hablándome de las hojas de paico. Mismas que buscaré tan pronto como pueda. Puesto que si un biólogo las recomienda y testifica que su hija después de ellas es “todo terreno” y yo queriendo estar igual, por qué no. Que las recomendaciones de los amigos, nunca están de más, considerando que “los amigos nunca se olvidan”.