[En la región Loreto].

Escribe: Percy Vílchez Vela

En mayo del 2015 se realizó en la ciudad de Incheon, República de Corea, el Foro Mundial sobre la Educación, donde la comunidad internacional en general se comprometió  a centrar sus esfuerzos en el acceso, la equidad, la inclusión, la calidad y los resultados del aprendizaje. El Perú estuvo en ese evento y después de un año los avances dejan mucho que desear. El Foro mencionado sigue estando lejos. En la región Loreto el famoso Foro casi no existe. Este  año de 2016 el reciente inicio de las clases escolares fue un  desastre anticipado.

 

La noticia más mala de ese desastre la dio Defensoría del Pueblo al sostener que en Loreto había 51 instituciones educativas inhabitables. Es decir, lugares de estudio que no reunían las condiciones para albergar a los estudiantes de ambos sexos. La noticia no conmovió a nadie, menos a las autoridades,   y todos esos locales están ahora funcionando como si nada, como si no fueran lugares de riesgo. Así, con deficiencias clamorosos, con males estructurales, transcurre cada año la educación entre nosotros.

Desde hace tiempo la educación regional está al garete. Las medidas que se toman, las cosas que se hacen a la buena de Dios, no son nada en realidad y no cambian el ruinoso panorama educativo. Los males de ese sector no son solo regionales, sino nacionales. En el Perú de hoy, el 56% de las edificaciones escolares requieren de reforzamiento estructural y el 15% deben ser completamente sustituidas. Por otra parte, el 75%  de las escuelas rurales no tienen los 3 servicios básicos y el 91,5% de los colegios rurales no cuentan con acceso a Internet.

En esas cifras de desaliento la región Loreto tiene una importante participación. Porque los sucesivos gobiernos locales no han diseñado una estrategia global para acabar no solo con las deficiencias en estructura sino con las inevitables desigualdades que existen entre la educación urbana y rural.  Los 51 centros educativos en malas condiciones son solo una parte del problema. Son la expresión física, palpable, tangible, de males mayores que afectan el futuro de estudiantes de ambos sexos. En esas condiciones de peligro y riesgo permanente para los alumnos de ambos sexos no es posible aprender mucho.

Lo que quiere decir en buena cuenta que este año, como los años anteriores, docentes y estudiantes vegetarán entre las aulas tratando de alcanzar el fin de año. Y lo peor de todo es que los contenidos de la educación que reciben los estudiantes deja mucho que desear,  pues hasta ahora no se ha logrado imponer los temas regionales en los programas educativos. La educación que se imparte en las aulas es ajena, es extraña, a la índole de los alumnos y alumnas de esta parte del país. Todas nuestras riquezas históricas, sociales y culturales son dejadas de lado con toda impunidad.

Las 51 instituciones educativas inhabitables están ahora allí mismo, como albergues peligrosos de centenares de estudiantes. Y en la mudez de sus desastres físicos  son el complemento horroroso de otro de los males de la educación: el bajo sueldo de los docentes. Es increíble que en el Perú los maestros tengan el más bajo sueldo de todo el continente. Pero así es. La educación nacional y regional no mejorará ni un ápice si es que no se mejoran las condiciones  salariales de esos docentes que a veces no saben qué enseñar.  Pero solo eso no cambiará las cosas. Se requiere un verdadero Plan Nacional Educativo que deje de lados las soluciones parciales y que enfrente de una vez por todas el grave problema de la educación en el país.

Desde el silencio de la vejez los 51 caserones escolares contemplan el paso de los días y el avance de las clases escolares en nuestra región. Desde la estación del deterioro, esos caserones son testigos de la ruina de la educación regional. Este año pasará como si nada y esos 51 caserones educativos seguirán allí hasta el año que viene, salvo algún milagro.