Percy Vílchez Vela

Para Rubén Meza y Katy Montalván.

Hemos edificado esta casa para quedarnos

para siempre.

Hablo de la calle Cahuide 240,

donde el aroma viene de afuera,

según las estaciones.

¿Quién no se detiene un instante

a saborear los marañones?

La noche sobre el bosque

todavía estaba y vinimos.

Vino mi madre Caridad primero

de Panguana

con rumbo conocido.

Vino a quedarse entre los suyos

que le acogieron o desconocieron.

Eso que importa ya.

El techo lo hizo mi hermano

y el cerco y el piso también a solas,

lejos del puerto primero de nuestras vidas.

Yo también vine del campo desolado

y qué más daba.

De buena gana volvería a mi casa

de Panguana.

Tantas veces.

Nuestras vidas son los ríos

que van a la mar,

decía el poeta.

Y esas mismas vidas nuestras

van ahora a quedarse.

Desde allí vimos a otros

edificar sus casas

con sus trastos, sus cornudos,

sus ladrones y nada dijimos.

En ciertas días la lluvia nos hacía daño

y seguimos creyendo en Dios

y sus milagros.

¿Quién ahora no tiene una casa cerca,

una puerta para abrir, una huerta viva

de begonias, caimitos?

¿Quién sufre por no tener la llave primero,

la mujer escogida, el último rincón

de las amadas tardes junto a Teresa?

En la casa queda a veces madre

y unos cuantos gatos.

O sale rumbo a la iglesia en domingo.

     Y siempre llega, madre.

Yo sigo convencido que escritura

es demencia o no es nada.

Y rezo de rodillas por tantas cosas.

Por esa demencia necesaria

Para pasar de largo sobre los valles

y los abismos.

¿Sexo y muerte nomas nos dan?

¿O hay algo más?

A veces vienen ruidos de tempestades

Idas,

de visitas largas que no se quedaron,

De niños y niñas que jugaron.

El mar esta lejos y la casa volaría.

¿Quién habitará esta casa hasta el final,

sino nosotros mismos?

¿Cómo es que comienza la vida

sobre mi casa?

Todos los días.

¿Quién abre y cierra las ventanas y vuelve?

Cualquier casa es el mundo y nada más.

La gente es medio loca.

No cuida su casa y se va.

De prisa la casa espera que llegues

Siempre.

La casa es el mundo y la madre.

Y no vale dejar los lugares,

Ni disimular detrás de la puerta.

Mi casa sigue en pie,

Pese a tantos acosos del tiempo

Y la misma noche.

Hemos edificado esta casa

y no pensamos irnos, todavía.