Andrea Todde

Escritora y escolar

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Estar en el comienzo de un año escolar es difícil, y todavía más si acabas de entrar a la secundaria. Creí que podría viajar a provincias a la par con mi asistencia al colegio y que podría hacer mis tareas y prepararme para mis exámenes entre un viaje y otro. Sin embargo, no fue tan simple.

Algunos profesores no podían adelantarme los exámenes, y al regresar a clases luego de mi viaje a Chiclayo anunciaron que tenía exámenes de biología, matemáticas, ingles y español. Y también, para colmo, de educación física.

De todas formas, intenté olvidar todo mi estrés escolar al viajar a Chiclayo, ya que quería disfrutar de la experiencia. No necesité esforzarme mucho, ya que Chiclayo resultó ser un sitio increíble.

No importaba a dónde íbamos, todos eran muy amables, y en lugar de decirte «oe, ven acá», como hacemos en Lima, te llamaban «amigo» sin importar si te conocían o no.

Lo que más me impresionó, sin embargo, fueron los niños. Desde que publiqué mi primer libro, Cu4tro, he ido a muchos colegios, y en la mayoría me he encontrado con chicos cuyos profesores los obligan a escuchar mis charlas. A veces fingen estar interesados, lo cual aprecio aunque se nota que están fingiendo. Otros simplemente miran por la ventana o hablan entre ellos.

Los niños de Chiclayo, sin embargo, me hacían preguntas, se reían si decía algo gracioso, y se veían muy interesados en lo que podía compartir con ellos. Ellos se demostraban muy interesados en la lectura, más que los chicos de algunas otras ciudades que he visitado. Incluso, a pesar de sus limitaciones. Puesto que muchas veces, algunos escolares no tienen recursos para comprarse una novela, o un libro de cuentos.

Parece ser que cuando tienes algo toda tu vida, ya sean tus padres, tu educación, o tu comida, empiezas a darlo por hecho, y crees que siempre lo vas a tener. Esta mentalidad cambia cuando lo pierdes, claro. La mayoría de veces, deseamos cosas que no tenemos en vez de estar agradecidos y felices con lo que ya tenemos y aprovecharlo.

En algunas ciudades del mundo, los niños y adolescentes cuentan con librerías, bibliotecas y libros en general. Igualmente una conexión a internet que les permite descargar libros sin mayor complicación. Por lo que, muchos de estos adolescentes darán por hecho que siempre tendrán libros y que tenerlos a su alcance no es nada especial.

Por eso, quienes tienen menos o nada, cuando se trata de incentivarlos a la lectura, quieren tener lo mismo que otros chicos de ciudades más grandes y desarrolladas y aprovechar todos esos recursos tanto como les fuera posible. Leer,leer y leer.

Me he quedado realmente maravillada con los adolescentes chiclayanos. Están entusiasmados por leer. Tan solo una pequeña motivación puede hacer que ellos recurran a la lectura y hacer uso de ella para crecer.