La Directora de la Biblioteca Nacional de Colombia, Consuelo Gaitán, está empeñada en que los colombianos lean más. Para ello ha impulsado –junto con otras entidades- una aplicación llamada “Lee lo que quieras, pero lee”. La frase de por sí ya omite cualquier expliación. Hoy que los formatos abundan y no sólo se puede llevar un libro bajo el brazo sino que –como afirma el propio director editorial de la revista Semana, Rodrigo Pardo- desde el celular puede uno ingresar a la vida y libros de cualquier autor. Puede leer a cinco o más autorres a la vez. La señora Gaitán dice que no importa si es un impreso o un digital. Lee y punto.

Mariana Garcés es Ministra de Cultura de Colombia y no se anda con imposiciones literarias porque le basta que la gente lea. Por eso apoya el proyecto y en la breve presentación de la aplicación ha dicho con normalidad: la lectura da felicidad. Y todos escogemos ser felices.

Nadie discute sobre la importancia de la lectura en el desarrollo humano. Solo que los colombianos van a la zaga y quieren estar más adelante. Comparado con nuestro país, claro está. La encuesta de Consumo Cultural del Dane en Colombia concluía que los paisanos de Gabriel García Márquez, tienen el hábito de leer un promedio de cuatro libros al año. Casi cinco, digamos. El peruano promedio no llega a leer ni un solo libro. Ni uno solo.

Se entenderá por qué estamos como estamos. No vamos a referirnos a las consecuencias de esta situación. Sería reiterativo.

He tomado referencias de Consuelo Gaitán y Mariana Garcés para reflexionar sore lo que podría hacerse en Loreto. A manera de interrogante: ¿Se imaginan qué pasaría con la sociedad loretana si una décima del tiempo que la gente pasa en su celular leyera algún libro? Revolución total. Cambiaríamos diametralmente.

No es utópico. No. Bastaría con que algunas personas –comenzamos por los que tienen una biblioteca en la casa, con la cantidad de libros que sea- comiencen a distribuir los ejemplares que tienen en la gaveta y motivar que otros tengan un libro en sus manos. Ya teniéndolo en las manos seguro que lo leerán. Primero con desdén, seguro. Pero con el pasar del tiempo se tornaría algo habitual on leer por lo menos una página diaria. Y así superaríamos el promedio nacional. Leeríamos más de un libro al año. Desde Loreto. Claro, he comenzado con las declaraciones concretas de Gaitán y Garcés pero ya voy desvariando. Soñar no cuesta nada mientras los colombianos nos llevan la delantera.