La vida social en España, inclúyase Cataluña, abotaga, agota, te lleva a la extenuación. Te deja desecho. Te quita los ánimos. Es una sociedad que genera problemas y no sabe cómo resolverlos, y cuando los resuelven lo zanjan mal. Dejan muchas asimetrías y flecos sueltos. Un caso emblemático es la guerra civil española, la dictadura franquista y como epílogo la transición que han dejado en las cunetas a personas con nombres y apellidos y que les cuesta tomar una decisión sobre las exhumaciones. Una de las maneras de resolverlos es como hace la derecha o cierto sector de la izquierda, es esquivando los problemas. Eludiéndolos como hace el presidente de gobierno frente al tema catalán y viceversa, los catalanes de cara al resto de la ciudadanía española. La gran y mágica receta es mirar hacia otro lado o pasar de puntillas pero no quieren tomar al toro por las astas. Haciendo un símil taurino, parecen más bien como los toreros bomberos que se divierten (recordemos que estos juegos con animales es maltrato animal) pero no entran al meollo del problema. Es una manera de educar emocionalmente a la ciudadanía. Además que son problemas de muchos años y no hay manera fácil de resolver. Son odios ancestrales (de tribus) que da hasta temor entrar en ellos. Esa frase que Spain is different les viene como anillo al dedo a este país que por querer solucionar los problemas apela a la mala excusa de la excepcionalidad. Es un país de excepción de la normalidad – bueno, los habitantes de la floresta también se escudan en la excepcionalidad para esquivar los problemas del centralismo limeño. En América Latina o América indígena tenemos la idea que los españoles y españolas de la península embisten de frente como un Miura, no se vienen con rodeos, quizás se deba esa conducta en sus antiguas excolonias o cuando adquieren una representación y posición colonial. Pero aquí en su terruño no van en ese sentido. Dan vueltas, rehúyen, buscan excusas peregrinas para no afrontar un determinado tema o asunto, se muerden la lengua, hay doblez, se miran el ombligo, son carpetovetónicos. Como al principio de la crónica, este país agota, por eso hay que abrir las ventanas para que entre aire fresco.