[Por: Moisés Panduro Coral].

“Las cosas están bien de lo puro mal que se están poniendo”, solían decir los sandinistas nicaragüenses en plena lucha contra la dictadura somocista a finales de la década del setenta, a la que terminaron por derribar. Aquí en Loreto pasa lo mismo. Quienes estamos en contra de la corrupción cualquiera sea su modalidad, quienquiera sea el funcionario o autoridad denunciado, se cubra con el color que se cubra, nos tenemos que sentir optimistas porque de a pocos va prendiendo la chispa del repudio total a toda esa podredumbre mafiosa que se ha organizado en torno a clubes electorales que hace 25 años detentan el poder municipal y regional en esta parte del territorio patrio.

Y nos sentimos optimistas no porque haya estado aquí la Comisión de Fiscalización del Congreso o el Contralor General de la República que recién se han puesto pilas después de la redada policial realizada en Ancash en la que se detuvo desde el presidente regional hasta el sicario que confesó haber asesinado al consejero Nolasco, sino porque es evidente que la ciudadanía se está informando mejor respecto de los altísimos niveles de corrupción a los que han llegado entidades como el gobierno regional y las municipalidades distritales y provinciales de nuestro territorio.

Varios de ellos son casos emblemáticos. En el caso del gobierno regional, ciertamente es monstruosa la sobrevaloración de costos que llegan al 100% del monto inicialmente contratado para ejecutar la obra del alcantarillado y tratamiento de aguas servidas (de 421 millones ha pasado a 840 millones); los plazos han vencido largamente, más de dos años y medio (debió entregarse en enero del 2012 y ya andamos en mayo de 2014); el proceso constructivo ha sido un desastre que ha originado según las estadísticas de prensa 13 muertes por accidentes por la irresponsabilidad de la constructora. Está también los 100 millones de soles de créditos agrarios invertidos en nada y convertidos en irrecuperables. Y los más recientes como la carretera Contamana- Aguas Calientes de millonaria inversión que luego de inaugurada se parte en pedazos, la adquisición de maquinarias a empresas de fachada, entre otros 20 casos, aproximadamente.

Sin embargo, esta maldita corrupción no sólo está en el gobierno regional de Loreto; pulula en las municipalidades distritales y provinciales en donde hay muchísimo por investigar como ciertas plazas que valen 2 millones pero cuyas valorizaciones alcanzan entre 5 a 6 millones; las pistas que se deterioran en un santiamén a pesar de tener costos millonarios financiados en un 87% con recursos aportados por el gobierno central, y hay más y más.

He escuchado a algunos amigos sugerir que no hay que decir nada acerca de la corrupción en ciertas municipalidades para no desviar la atención del problema mayor que está en el gobierno regional. Yo no estoy de acuerdo con eso. Esos despilfarros, esas obras pésimas, esas evidentes sobrevaloraciones en obras y adquisiciones que es práctica común en los gobiernos locales y de los que hay pruebas abundantes están enriqueciendo a muchos y no pueden pasar piola. Más ahora que se han convertido en la caja chica de aspirantes a presidentes regionales, es justo preguntarse: si ahora que administran presupuestos medianos y pequeños son unas joyitas, cómo serán cuando administren presupuestos más grandes. ¡Es el momento de empezar a liquidar estos clubes electorales atracadores del presupuesto público!