Y que, desde que pudo administrar una emisora radial allá por los años 50 del siglo pasado con tan solo 18 años y convirtiéndose en competencia de su progenitor, estuvo marcado por la circunstancias.

Seguro que todos, en algún momento de la existencia, hemos experimentado el cambio de planes de vida por cuestiones que no estaban previstas. Por esas veleidades del periodismo en las últimas semanas me he vuelto a encontrar con colegas que tienen el denominador común de haber visitado Iquitos por gestiones realizadas por la editorial Tierra Nueva y escriben bien, leen igual y hablan como los dioses. Con varios de ellos hemos conversado sobre las circunstancias que nos cambia la vida, que algunos llaman golpe de suerte o el sino del destino.

Hugo Coya es el periodista mejor dotado para la literatura de No ficción y también el más prolífico, pues lleva cinco libros editados y prepara uno sobre los personajes peruanos que estuvieron alrededor de Ernesto “Ché” Guevara, y con él hemos recordado lo que hizo y deshizo ese empresario de la radio y la televisión llamado Genaro Delgado Parker. Y que, desde que pudo administrar una emisora radial allá por los años 50 del siglo pasado con tan solo 18 años y convirtiéndose en competencia de su progenitor, estuvo marcado por la circunstancias. Esa condición adquiere ribetes novelescos cuando Hugo narra en su obra sobre cómo Genaro cambia su vida porque se suspende el vuelo de una aerolínea que para satisfacer a los pasajeros los aloja en el hotel Sheraton de Lima y es ahí donde conoce a la que sería su compañera por muchos años, dejando atrás más de dos décadas de matrimonio. Qué tales circunstancias.

Eloy Jauregui es uno de los cronistas más callejeros de la peruanidad. Lleva ya varios libros publicados donde, con fina escritura, pergeña a los personajes y ambientes que dan vida a lo que se llama Perú. Loreto está incluida en sus crónicas, sin duda. Él, hace poco, viajó a La Habana para brindar sus servicios a Casa de las Américas, esa entidad de la isla que tanto hizo por la literatura como por los escritores. Cuenta Eloy que estaba en un bar de La Habana, ya un poco aburrido de la comida cubana y otras cosas más cuando un famoso cheff peruano le da un golpecito en el hombro y sigue su camino. Minutos después ese mismo cheff, que asistía a uno de los miles de congresos que se organiza en el país que refundó Fidel Castro, regresó a su mesa y desde esa conversación la vida de Eloy ha cambiado de tal forma que hoy lo podemos encontrar dando clases sobre las razones y las sazones del Perú y, también, tomando unos tragos como Dios y el diablo mandan. Eloy, me dice, que es producto de las circunstancias. Yo, con mi mirada, ratifico esa conclusión.

Todos, pues, somos producto de las circunstancias. Los periodistas más aún.