Nadie cree en sus lágrimas.
Nadie cree en sus lágrimas.

Que el gobernador de Loreto, Fernando Meléndez Celis, derrame lágrimas de cocodrilo en una conferencia de prensa no le exime de responsabilidad en las muertes de Datem de Marañón. Porque ya está bueno de tanto llanto y que se ponga a trabajar. Porque esas muertes son la consecuencia de su inacción. Sucede que en la DIRESA las irresponsabilidades se paga con muertes. Pero en otros sectores –quizás con la excepción de Educación- todo anda patas arriba. Mientras el gobernador andaba ofuscado por acusar a los dirigentes de la DIRESA de chantajistas en el Datem la enfermedad perseguía a los pobladores, especialmente los niños. Mientras Meléndez con la comparsa de Silva se empecinaba en trasladar entre gallos y medianoche los muebles y personal de la DIRESA a otro lugar en el Datem los niños contraían la enfermedad mortal. Mientras los niños del Datem no tenían cómo enfrentar a la enfermedad un tipo llamado Genaro usaba los recursos de la DIRESA para atacar a quienes considera enemigos políticos del gobernador y repartía el dinero de ese sector como si fuera la dieta que gana como regidor. Así que, señor gobernador, guárdese sus lágrimas para derramarlas por lo que hacen sus funcionarios. Porque la mayoría de ellos están para llorar. No es coincidencia que mientras sus bustoparlantes e integrantes de la Prensa Bruta, Achorada y Asalariada vociferaban que usted era el mejor gobernador del Perú en el hospital de Iquitos unos niños agonizaban. Guárdese sus lágrimas porque su rostro lacrimógeno no nos conmueve. Lo que sí nos preocupa es la propagación de la enfermedad, el peligro que padecen los pobladores de Datem del Marañón y la fiesta en que andan sus funcionarios con la llegada de recursos que el Gobierno Central envía por la declaratoria de emergencia por enfermedades que usted no combate. Además, agradezca que la mayoría de profesionales de la DIRESA, ellos sí, están preocupados en cómo enfrentar esta crisis mientras usted convoca a una conferencia de prensa para derramar lágrimas de cocodrilo. Póngase a trabajar en serio, aunque sea en la DIRESA, porque su irresponsabilidad y errores mata a los niños y por más lágrimas que derrame ya nadie devolverá la vida a esos infantes.