La toma de la Universidad

En una inusitada reacción un grupo de cien alumnos aproximadamente hace unos días tomaron los ambientes de su escuela profesional de Derecho en la Universidad Nacional de San Agustín (UNAS) pidiendo algo que realmente es extraño en un alumno contemporáneo: mejor educación.

Claro que este tema de fondo viene acompañado de una serie de denuncias y pliegos de reclamos que han desnudado las entrañas de varias facultades de esta casa de estudios que en realidad, eran harto conocidos, pero que con denuncias y nombres concretos uno confirma lo que ya todos saben: la educación pública universitaria se está haciendo cada vez más un harakiri que lo postergara inevitablemente en el retraso, la pobreza intelectual y la anarquía.

Aunque en esta Universidad, como seguramente suceden en sus similares, hay facultades que con buen manejo, criterio profesional y presión del mercado, se han desenvuelto bien y han podido modernizarse tanto en infraestructura como en calidad docente y son modelo en sus regiones y hasta compiten con sus pares privadas, lamentablemente no sucede lo mismo en la mayoría de escuelas profesionales pues son una sarta de mediocridades, desde catedráticos hasta, lamentablemente, los alumnos.

Pero que se desnuden las miserias en una facultad de derecho como ha sucedido en este caso, es la esencia de lo que pasa en el corazón de la universidad pública. Concursos de contratación amarrados y dirigidos para los allegados de las más altas autoridades de la Universidad, falsificación de documentos que acrediten grados, falsificación de producción literaria, compadrazgos a nivel político tanto a nivel docente y estudiantil con el sólo objetivo de maquillar lo que deben ser procesos transparentes de contratación y nombramiento,  son sólo algunas perlas.

Pero lo peor no ha sido la violencia de la toma que ya tiene varios días y que ha encendido a otras facultades agrandando la protesta y convirtiéndola en masiva, sino la defensa y posición de las autoridades y sus nexos. Para evitar que caiga lo que es un verdadero sistema podrido y que se ha convertido en la anti-escuela de la corrupción y mediocridad, han salido a la palestra desde exteriores, las voces de las autoridades amenazando a los alumnos y procediendo a armarles expedientes para las denuncias respectivas.

Regidores, líderes de movimientos políticos, decanos, y diferentes autoridades salen en defensa de la mediocridad porque ven que con esa disolución de este sistema – si es que  triunfa la propuesta estudiantil – sus espacios de formación y consolidación de su pobreza intelectual concluirán. Ese sistema de componendas, al menos en este aspecto del derecho, ha parido desde las más altas autoridades como jueces y fiscales hasta falsos líderes que creen que porque han sido docentes o alumnos en esa podredumbre ya tiene el mérito suficiente para escalar en los peldaños siguientes de la corrupción.

Los verdaderos alumnos comprometidos lo conocen y por eso lo intentan frenar. Con huelgas de hambre, cuadrillas en facultades, auditorios y paraninfos dirigiéndose a sus compañeros novatos y a los “X” para intentar remover sus consciencias y plegarse a la lucha. Por su puesto que ya se los ha tildado de comunistas (cuando la mayoría hasta desconoce el término) o de ser manejados políticamente y sólo ser esbirros de otros intereses. Pero igual continúan con este romance que significa ser joven, luchar por lo que se considera justo e intentar imaginariamente cambiar el mundo.

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