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La risa es una respuesta biológica producida por el organismo como respuesta a determinados estímulos. La sonrisa se considera una forma suave y silenciosa de risa.

En función de la fuerza con que se produce, la risa puede variar tanto en su duración como en su tono y características. Así, usamos distintas palabras para describir lo que consideramos diferentes tipos de risa: chasquido, carcajada, risotada, risita, risa despectiva, desesperada, nerviosa, equívoca y un Largo etcétera.

De entre las señales emocionales, la sonrisa es la más contagiosa de todas, y el hecho de sonreír alienta los sentimientos positivos. Al igual que la risa propiamente dicha, la sonrisa es innata: los niños sordos y los ciegos sonríen. Suele aparecer a las seis semanas de vida y constituye el primer lenguaje del ser humano. Inicialmente es un comportamiento físico, y paulatinamente va evolucionando hasta convertirse en una conducta emocional. La autoinducción del gesto de sonreír puede mejorar nuestro estado de ánimo.

Algunos estudios demuestran que la risa varía en función del género: las mujeres tienden a reírse de una forma más cantarina, mientras que los hombres tienden a reírse bufando o gruñendo.

La risa, al igual que el llanto, es un acto involuntario para la mayoría de las personas. Su mecanismo de funcionamiento reside en la respiración, y se produce mediante interrupciones de la exhalación del aliento. Es el mismo mecanismo que se utiliza para el habla, sólo que de forma involuntaria.

Estudios realizados desde los años 1980 por el psiconeuroinmunólogo Lee S. Berk y colaboradores demostraron a lo largo de los años varios efectos positivos de la risa:​

  • Algunos indicadores relacionados con el estrés disminuían durante los episodios de risa, relacionados con la disminución de los niveles de epinefrina y cortisona.
  • La risa incrementaba la producción de anticuerpos y la activación de células protectoras como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos, que producen la inmunidad celular, importante para evitar la formación de tumores.
  • Las carcajadas o risas alegres y repetitivas mejoraban el estado de humor, reducían los niveles de colesterol en sangre y regulaban la presión sanguínea.

Más recientemente (2010), Berk ha descubierto una relación entre la risa y el apetito, de tal modo que la risa aumenta el apetito de modo análogo a como lo hace el ejercicio físico moderado.

Otros efectos beneficiosos de la risa son los siguientes:​

  • Libera del temor y la angustia.
  • Contribuye a aplacar la ira.
  • Contribuye a un cambio de actitud mental que favorece la disminución de enfermedades.
  • Favorece la digestión al aumentar las contracciones de todos los músculos abdominales.
  • Facilita la evacuación debido al “masaje” que produce sobre las vísceras.
  • Aumenta el ritmo cardíaco y el pulso y, al estimular la liberación de las hormonas “endorfinas”, permite que éstas cumplan una de sus importantes funciones, como es la de mantener la elasticidad de las arterias coronarias.
  • Disminuye la presencia del colesterol en la sangre, pues equivale a un ejercicio aeróbico
  • Ayuda a reducir la glucosa en la sangre.

La risoterapia  define una técnica ya utilizada desde la antigüedad. Consiste en humor terapéutico. En los últimos años han aparecido clubes de la risa e incluso asociaciones presuntamente científicas que defienden las virtudes de reírse a carcajadas.

A pesar de todo, y aunque existen varias investigaciones, algunas en revistas muy prestigiosas, que avalan los beneficios de la risa, también existe quien no comparte esta idea.

En fin, está presente en nuestra vida. Disfrutemos de ella, no nos hace daño