Hace algunos meses laboro en un programa que busca fortalecer las capacidades personales de los alumnos del nivel secundario a través de sesiones de aprendizaje (12) las cuáles se les imparte por medio de los tutores de miles instituciones educativas focalizadas por el Minedu y Devida. El programa, en realidad, selecciona sesiones que ya están establecidas en la plataforma del Ministerio para ser priorizadas teniendo en cuenta que el fenómeno de la droga gana espacios entre los escolares. En Lima anualmente se hace un recuento de cuán significativo es el programa y qué nivel de impacto mantiene en las 21 regiones donde este programa existe.

Más allá de las consideraciones administrativas que, a veces a los directivos y responsables técnicos parece importar más, se recogen evidencias y experiencias de los que los implementan en el campo el programa y es en ese sentido lo más sustancioso que se adquiere si se trata de monitorear un programa preventivo, es en ese plano que una sentencia retumbó entre el auditorio.

El miedo para combatir el consumo de drogas legales e ilegales ha fracasado rotundamente hace años, sin embargo en algunos países, regiones y localidades de nuestro país se mantiene como un principio para la publicidad y la propaganda y con esto, deducir que se está trabajando para combatir un flagelo que se incrementa en diferentes niveles a nivel escolar. Poner a un tuberculoso, un cancerígeno, un sidoso o un muerto viviente no sirve entre los adolescentes para evitar que estos entren en el mundo de las drogas.

Peor aún, negarles información al respecto (como mantenerlos en una burbuja lo que sería el otro extremo), más aún en una sociedad cada vez más globalizada no los mantiene alejados del posible consumo o sus efectos. Todo lo contrario. El fenómeno social juvenil de la curiosidad por lo extremo, lo desconocido o lo negado dispara la serotonina de los muchachos, después de ello pasan a ser la estadística que se infla año por año. Además ¿si un adolescente ve que un donnadie drogado “triunfa” como puede la propaganda vencer esa imagen? No había que ser muy inteligente para darse cuenta de esta conclusión. Hace años esta batalla se está perdiendo pero siempre lo más fácil para gastar presupuestos era lucir un spot bien logrado por la Tv.

Una pancarta lucida y elegante que destilaba supuesta muerte frente a la masa o campañas sociales que sólo servían para justificar una supuesta intención de luchar contra las drogas. Ahora sabemos que el miedo es una invitación. La nicotina y su manera de tratarla ha sido una evidencia por años, pero nadie quería zafar de la misma práctica y eso significa seguir en esa sentencia de Einsten: “Hay que estar loco para seguir haciendo lo mismo y esperar resultados diferentes”.

Lo peor de todo es que, se entiende que la prevención es el mejor trabajo, pero cuesta porque debe ser es sostenida, a largo plazo y con evidencias dispersas que, seguramente en los años se podrían reflejar, todos los que pueden diseñar esta estrategia o los políticos que quieran sostenerla ya estén fuera de los flashes. Valgan verdades, esa gente quiere llevarse algún crédito y la actividad preventiva no los trae rápidamente. Pero no hay otra forma que sistemática y tercamente mediante la información, reflexión y por qué no experiencia desde las aulas se pueda evitar frenar los índices.

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