El periodismo deportivo es la patria donde se alimenta los egos de seres tan banales como los deportistas que son seres de carne y hueso como cualquiera de nosotros. Con sus defectos y virtudes. Especialmente, esta maquinaria periodística se centra en los jugadores de fútbol. Cual mantra los periodistas repiten un estribillo de alabanza/carantoña a los egos de esos bípedos que no se cansan de remachar. Casi como un salmo sacro diario. Es como si le preguntaran al espejo de la Cenicienta ¿quién es el mejor?, ¿es mejor Pelé que Maradona o la inversa? , ¿El mejor de todos los tiempos es Messi o Ronaldo?, ¿el dream team de Guardiola es el mejor equipo de todos los tiempos? (mientras el entrenador nacionalista se da un masaje a su autoestima que es más grande que el Santiago Bernabeu ante el fastidio sideral del ego de Johan Cruyff). Lo dice fulano, zutano que Messi o Ronaldo es el mejor ¿sirve para algo esos debates? Todos opinan (hasta los que nunca jugaron un deporte) y se hacen interminables charlas intrascendentes, además de matar a ese deporte. Desde hace un buen tiempo que huyo de los diarios deportivos y depende de quien escribe me detengo a leer una noticia sobre deportes pero casi por encima. Son crónicas llenas de toxicidad. Embotan. No son nada sanas. Me ponían casi enfermo de solo leer los titulares. Me parecen que azuzan mal las emociones, las retuercen. No se lee ni escucha ninguna apostilla sobre las disposiciones tácticas de los entrenadores o las condiciones técnicas de los jugadores. Es alardear quien es más forofo, más cuando los comentaristas que apostillan los partidos son hinchas (casi integristas) de los equipos. Adiós al periodista neutral, por ahora reclutan a exjugadores que comentan los partidos de sus exequipos. Cuando hay un derbi Real Madrid- Barcelona de fútbol se pueden escuchar los comentarios más retorcidos. Sobre todo de deriva política, pero solo es el fútbol (los nacionalismos se agarran a ese deporte como un clavo ardiendo). Decía Rafael Sánchez Ferlosio, escritor español que ganó el Premio Cervantes de 2004, que el único bastión que le queda a los nacionalismos es el fútbol y razón no le falta. A todo esto, sin el periodismo deportivo se vive mejor.

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