El bochornoso episodio de arrojar a los ríos 300 toneladas diarias de excremento humano viene concitando la atención de todos los candidatos a las elecciones del 2016. El infausto hecho fue comunicado por un conocido investigador de nuestra ciudad y de inmediato entró en la agenda de los postulantes al Congreso. Nadie se corrió del tema y cada quien a su manera busca una salida para el inconveniente. Se sabe que algunos han comunicado a sus líderes partidarios para que nombren una comisión encargada de diseñar una política correcta  para aprovechar ese potencial que puede cambiar la decaída historia de nuestros pueblos.

 

No faltó alguien que hizo recordar a la academia de Lagado donde unos empecinados especialistas hacían todo lo posible por devolver a los excrementos al  punto inicial cuando eran alimentos a punto de ser ingeridos.  Por otra parte, apareció un candidato, que ha migrado prácticamente por todas las tiendas políticas, que  ha dicho con todas sus letras que lo más importante sería dotar de letrinas a cualquier aldea de la manigua. Presentó en seguida un programa para la construcción de letrinas a lo largo y ancho de todos los ríos selváticos para que las deposiciones vayan a tierra y no a las aguas. Otro candidato, uno que migra siempre hacia otras agrupaciones, sostuvo que es necesario aprovechar los excrementos como hacen en otras partes.

 

En una concurrida reunión presentó los planos de varios silos construidos en alguna parte de Iquitos para que allí se reúna toda la mierda posible. Luego de ese acopio voluntario esas heces se convertirían en abono para beneficio de los agricultores. El inconveniente mayor sería el precio a cobrar por semejante producto.  Los candidatos,  en conjunto, y como para cerrar filas, vienen preparando un evento internacional donde se debatirá todo lo referente al excremento humano que bien puede ser una palanca para el progreso.