Hace poco vi una foto del cuadro de Gino Ceccarelli titulado “La luna negra” que es parte de una exhibición en París de pintura peruana. He mirado y remirado el cuadro. No ha habido persona que no haya quedado deslumbrado al mirar el lienzo. Remece. No puedes quedar impávido. Confieso que sentí un calambrazo. Toca muy de fondo la sensibilidad amazónica. Lo que se observa son edificios que pueden ser parisinos o de cualquier lugar de Europa y en el patio principal que está llena de agua hay una luna en cuarto creciente y negra, al lado de un sílfide de largos cabellos negros, un pez amazónico con brazos y un tronco dentro del agua. Los colores ocres y tonalidades oscuras de la pintura redondean la idea. Tiene como buen cuadro no una sino muchas lecturas. Pero hay una, me parece, que es la principal es que en medio de ese medio urbano europeo Gino ha instalado parte de un relato mítico amazónico en la vieja Europa. Ha roto esa relación de centro- periferia, y ha puesto a la periferia como el centro y al centro como parte del atrezo del cuadro. Ha roto con esa canónica tradición provinciana (o cateta), y tan de la periferia, de enfrentarse con complejo de inferioridad a otra tradición como la europea. Aquí está hablando de igual a igual. Es de la Amazonía para el mundo sin cortapisas. Mientras recorría la Acrópolis en Atenas entre los disparos de los selfis de los turistas pensaba en la velocidad de los mitos en el mundo. Por lo general, estos viajan del centro (teniendo como centro la cultura europea) a la periferia como serían los otros centros culturales. Para el caso de la floresta tenemos, por ejemplo, el mito de las Amazonas y con esos ojos llegaron los colonizadores extremeños a pisar la floresta. Pero ese viaje del mito fue en una solo dirección. No fue de regreso, de la periferia al centro (en ese esquema colonial). Los colonizadores y después de estos, no recogieron ningún saber mítico amazónico o estos fueron muy pocos. Ese viaje de vuelta lo hace Gino en este lienzo de “La luna negra”. Es un viaje que requiere mucho arresto, creación y gran sabiduría. Enhorabuena.

P.D. Hace unos días en París hubo una inundación morrocotuda. “Se han  formado tahuampas”, me comentó Jorge Nájar que vive en la capital gala. Estas inundaciones son un buen hábitat para albergar a la “La luna negra” de Ceccarelli.

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