La ilusión del teatro

El sueño del teatro en estos predios es tan viejo como el tatarabuelo de Matusalén.  Se remonta a  1900, cuando el señor Von Hassel solicitó el terreno de la primera cuadra de la calle Brasil  para edificar el local de las cuatro tablas.  En ese momento, un teatro era más que una necesidad, pero no se  puso ni la primera piedra ni se reventó la botella de licor. Los que tenían la sartén por el mango, los que manejaban los billetes, gastaron un dineral en levantar en ese lugar una cárcel. Entre los actores y los presos se prefirió a los segundos.

La cárcel es ahora dependencia militar y el teatro sigue siendo una ilusión. De vez en cuando aparece ese sueño en alguna gestión edil de marras, en algún burgomaestre descarado. La pasada administración municipal,  por ejemplo,  hizo algunas reuniones con el cuento del teatro. Muchos paltos, de buena fe y poco informados en historia elemental de esta ciudad,  se tragaron la maniobra que resultó ser un relato buenazo, porque al final lo mejor que hizo ese alcalducho fue su propia casa. No el teatro prometido. El teatro brilla por su ausencia, pero se supone que hay planos, maquetas, en algún almacén perdido o en olvidada gaveta. Es decir, como tantas otras veces, ya se gastó un dinero que no volverá a las arcas ediles.

La ilusión del teatro ha regresado en estos días. Viene en un paquete de obras auspiciado por el Presidente Regional de Loreto, Iván Vásquez Valera,  y por el actual burgomaestre de Maynas Washington Guimas Gadea.  Al parecer, la ilusión antigua viene volando y con fuerza porque ya hay hasta el terreno. Lo que falta es el financiamiento. Es decir, el dinero que siempre es un poderoso caballero. La cosa no va a ser tan fácil, por supuesto.  Habrá que esperar entonces. Esperar que después de más de un siglo, el teatro deje de ser una ilusión.