Luego se desmayaron los encargados de velar por los estudiantes. Es decir, el personal médico. En medio de ese drama se tuvo que suspender el desfile hasta nuevo aviso. No se podía seguir con ese espectáculo denigrante de amor a la patria.

En la hora de la patria el desfile se imponía como una manera de evidenciar el amor al Perú. La patria merecía un homenaje vivo y coleando.  Los colegiales estaban imbuidos de los más nobles ideales y se pusieron a desfilar partiendo de la plaza 28 de Julio. Era el momento en que los estudiantes iban a demostrar el amor a la patria que los vio nacer. Y cuando estaban en pleno desfile comenzaron los desmayos. Eran desmayos repentinos que interrumpían la gallarda marcha, obligaban a comenzar de cero, mientras los desmayados eran atendidos por personal de salud. Allí se supo que ciertos males eran los que provocaban esos desmayos. Los desmayados eran atendidos en las carpas puestas allí y luego evacuados al centro de salud más cercano.

Los desmayos de ese día desventurado no solo agarraron a los desfilantes, sino que tomaron también a las personas que observaban el desfile. Luego se desmayaron los encargados de velar por los estudiantes. Es decir, el personal médico. En medio de ese drama se tuvo que suspender el desfile hasta nuevo aviso. No se podía seguir con ese espectáculo denigrante de amor a la patria. Se esperó una oportunidad propicia para hacer lo que no se había hecho y se pensó que los desmayos eran cosas del pasado.

La hora de los desmayos continuó cuando se quiso imponer el desfile fuera de la celebración de las fiestas patrias. Así el desfile fue suspendido cada 28 de julio. No hay desfile para esa fecha. Para esa celebración los estudiantes se contentan con cantar valses criollos que hablan del amor al Perú. Luego danzan, hacen obras de teatro, pero no desfilan ni en broma. Lo cual hace que la celebración de las fiestas patrias tenga otra carácter, otro atractivo, y sin desmayados.