2 Ya lo verán –o recuerden ese cántico de las tribunas y ya lo ven… y ya lo ven somos campeones otra vez- después del huaico seguiremos con esa herencia maldita de la que nos habla Jon Lee Anderson en el libro que recopila los reportajes escritos entre 1998 y 2012 y que nunca pierden actualidad. 

En “La herencia colonial y otras maldiciones” del periodista Jon Lee Anderson –quien es uno de los mejores reporteros contemporáneos y que todo aspirante a periodista o siéndolo debería seguir bio y bibliográficamente- afirma “En África, cuanto más cambian las cosas, más siguen estando igual que siempre”. Y señala que esos pueblos de ese continente tan lejano nunca han visto la paz plena desde la independencia y jamás lograrán el desarrollo que les prometen sus dirigentes por “la incapacidad de sus gobernantes para tratar con criterios de igualdad a todos los ciudadanos”. Uno de los primeros relatos de ese libro está referido a Liberia, “en este país, hay oro en todas partes. ¡Y diamantes! Solo tienes que cavar y encuentras oro”, decía Charles Taylor, uno de los presidentes que se hizo del poder con acciones guerrilleras y posteriores elecciones y que a pesar de ser oriundo del lugar se sabe que bañó de sangre ese país con por lo menos 200 mil muertos, muchas de ellas llenas de atrocidades escalofriantes como apostar para conocer el sexo del feto de las mujeres embarazadas y partirles el vientre para conocer quien acertaba. Taylor –hoy preso por una decisión de la Corte de La Haya debido a los crímenes de lesa humanidad- representa la desgracia de África donde la riqueza siempre ha servido para que los extranjeros –llamada cooperación como en otros países- se encarguen de empobrecer a los pueblos que poseen riquezas.

Desde que los huaicos amenazaron con paralizar Lima los quioscos donde se cuelgan las portadas de los diarios en la capital peruana se asemejan muchísimo a los días previos a los partidos para clasificar a un mundial de fútbol que disputa el seleccionado peruano. Coincidencia total en el espíritu esperanzador a pesar de la realidad y pobre de aquel que cometa la osadía de andar por el carril que quieren imponer los que siempre manejan la pelota. Al instante se pasa a ser “enemigo de la patria” y acusado de una falta de peruanidad. Luego, viene la derrota y las explicaciones de la misma abundan hasta esperar el siguiente partido donde se sigue la misma cronología. Sobre los huaicos –para no retroceder muchos años- y el fenómeno de El Niño podemos recordar el segundo gobierno de Fernando Belaunde donde la previsión fue la gran ausente y la respuesta fue tan negligente como en los siguientes gobiernos. Sobre el fútbol desde 1982 no vamos al Mundial y en los años siguientes a esa participación nos han dado miles de explicaciones, la mayoría de ellas de un mismo presidente de la Federación Peruana de Fútbol y ya han pasado 35 años y seguimos con “la esperanza” de clasificar a pesar que no se planifica el trabajo ni a corto ni largo plazo y se sigue con la misma antigua negligencia.

El Decano de Arquitectura de la Universidad de Ciencias y Artes de América Latina, UCAL, Manuel de Rivero, en uno de los artículos más sensatos que se ha escrito en los últimos días afirma “Que quede bien claro: estos desastres no son naturales, han sido planeados por no planificar la ciudad”. De Rivero dice “Lo que pasó en Lima no fue una planificación desastrosa sino un desastre planificado del que sufrimos hoy las consecuencias” porque en el 2015 la Municipalidad de Lima produjo el Plan Metropolitano (PLAM 2035) donde se sinceró el conocimiento sobre la realidad de la ciudad y planteando cómo reorganizarla y evitar que continúen en alto riesgo 250 mil habitantes. Ese plan quedó en eso porque “los limeños eligieron a un alcalde que no cree en planes y apenas entró en funciones ¡lo ignoró! ¡La megalópolis limeña hoy no tiene un plan metropolitano! Las obras se construyen sin coordinación, se invierten miles de millones de dólares en diversos by –pass, líneas de metro, museos, conjuntos residenciales, redes de agua y Juegos Panamericanos sin que haya relación entre ellos. ¿“Por qué somos así”, se pregunta. Lean ese artículo publicado en el diario El Comercio y notarán que los males de Lima son iguales en las demás ciudades del país y que Iquitos es una de ellas.

Tres momentos señalados en los párrafos anteriores que bien podrían –a pesar de la distancia geográfica, ideológica y gubernamental- trasladarse a Iquitos. Si en el país existen 15,000 arquitectos a los que no se hace caso, en Iquitos están colegiados 72 a los que se ignora de la misma forma como se ignora a las 45 facultades que forman profesionales en planificación urbana que deberían ayudarnos a hacer las cosas bien. Pero no. Preferimos que cambien las cosas para que nada cambie, como en África. Preferimos que en la víspera de un partido de fútbol nos siembren falsas ilusiones para cosechar más decepciones. Preferimos excluir a los profesionales dejando en manos de los políticos las decisiones sobre nuestras vidas cuando ambos tienen que complementarse. Ya lo verán –o recuerden ese cántico de las tribunas y ya lo ven… y ya lo ven somos campeones otra vez- después del huaico seguiremos con esa herencia maldita de la que nos habla Jon Lee Anderson en el libro que recopila los reportajes escritos entre 1998 y 2012 y que nunca pierden actualidad.

LLAMADA Si en el país existen 15,000 arquitectos a los que no se hace caso, en Iquitos están colegiados 72 a los que se ignora de la misma forma como se ignora a las 45 facultades que forman profesionales en planificación urbana que deberían ayudarnos a hacer las cosas bien. Pero no.

LLAMADA 1 Preferimos que cambien las cosas para que nada cambie, como en África. Preferimos que en la víspera de un partido de fútbol nos siembren falsas ilusiones para cosechar más decepciones. Preferimos excluir a los profesionales dejando en manos de los políticos las decisiones sobre nuestras vidas cuando ambos tienen que complementarse.