Mientras los maestros cada vez en diversas regiones están ingresando a una huelga indefinida con un número y contundencia que contagia otros sectores, mientras que el sector público exige respuestas y los médicos pasan desapercibidos porque no son números que importan, el gobierno y cierta clase política se entretiene en la peleíta que sostienen los hermanos Fujimori.

Tanto Kenji y Keiko no tienen ánimos de separarse. El que se crea eso, parece que está pecando de ingenuo. Incluso esos que aplauden y que son afines a la defensa de los derechos de las minorías (llámese caviares) que piensan que el preferido de Alberto Fujimori los respalda por convicción, me parece que se están dejando engañar ingenuamente y con sus opiniones o creencias están arrastrando opinión pública favorable a Kenji Fujimori que tal vez no lo merece.

Es cierto que por un cierto tino de asesoramiento e improntus político, las últimas posiciones de Kenji Fujimori enamoran porque enfrentan a su hermana, es también la posibilidad inmejorable de buscar ese sector duro y contrariamente visceral contra el fujimorismo.

Ese 30% que le serán opuestos hasta el día que mueran y que en la última elección así como en la anterior fue decisiva para que no obtengan el poder. Pero no deja de ser una pose efímera. Por más que la bancada keikista crea que deben sacarlo de la escena política porque puede ser un estorbo a la jefa que les ha dado la oportunidad de unas lentejas en los próximos cinco años con la posibilidad latente de renovar su efímero poder. Un acercamiento entre los hermanos puede terminar con estos felones, pero también con el espejismo de la pelea, lo cual no les es conveniente, al menos en este momento político, aún no.

Si se trata de medir fuerza o afinidad a Alberto Fujimori ya sabemos cuál es el preferido, pero el mismo patriarca puede terminar con la discusión previamente sacando a los estorbos, ósea, a los que creen tener la agenda política en el parlamento. ¿Porque?, porque así se comportan las familias que se creen imperiales.

Ósea que no deja de ser una gran estafa que nos entretiene seguramente, mientras es el propio gobierno esperando que esto se agudice porque cree obtener aliento para que no le sigan censurando ministros. Pero paralelamente al circo, la calle está hablando fuerte y nadie le está haciendo caso desde el gobierno.

Y eso si debe ser considerado peligroso por PPK, si tiene algo de olfato. Pues si esto se desborda no va importar que los hermanos se peleen y no va ver oportunidad de negociar, puesto que la calle no va pedir un ministro, va pedir el sistema y ahí pierden todos estos.

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