En el marco del espíritu moderno del mundo, este domingo se realizará el arduo campeonato relámpago de fútbol. El evento de la rodante y esquiva pelota será una contienda reñida, no contra la moral y las buenas costumbres, sino contra los antiguos defectos de las elecciones políticas que consistían en meter votos en las ánforas. Los candidatos del presente ya no pierden tiempo en campañas regalonas, en discursos vacíos, en promesas que el viento se lleva después. Ellos ahora y para siempre, para conquistar el poder y sus beneficios, tienen que meter más goles que sus adversarios.

Los candidatos de estos días, ganados por el espíritu futbolero, han armado para este festivo domingo sus mejores escuadras sin contratar por lo bajo a ex peloteros, sin rebajar la edad de los jugadores y sin `presumir que han sobornado a los árbitros. Los equipos admitidos en la competencia deportiva y electoral cuentan con futbolistas de última hora que, pese a sus cerveceras barrigas, sus evidentes lentitudes y torpezas por falta de ejercicio físico y los bochornos propios de los que no entrenar con la de cuero, tendrán que batirse como tigres de hambre,   para vencer sin atenuantes y después ocupar con todo derecho los puestos laborales en tantas partes o entidades de la vasta región nuestra.

Para evitar cualquier mala movida los candidatos y sus seguidores, desde mañana mismo, serán encerrados en un sótano que nadie conoce, donde estarán vigilados por cámaras escondidas que registrarán que registraran todos sus movimientos. Después, conveniente encapuchados, serán conducidos en cerrados helicópteros al remoto caserío de San José de Pucapanga, donde se disputarán los partidos que tendrán una duración de 15 por 15, sin descanso y sin minutos de descuento. Nadie sabe de dónde, de que liga internacional, serán los árbitros. Estos sujetos de negro o de otros colores, serán elegidos después del sorteo de los equipos electorales.