Claudia Cisneros

“Esto no es como el levante químico de la C, o como el asexuado y horrible junk, ni como la pesadilla vegetal del peyote o el tonto humor de la marihuana. Esto es un abrumador instante de violación de los sentidos”, escribió en 1953 William Bourroughs a su amigo, el poeta de la Generación Beat, Allen Ginsberg, acerca de su experiencia con el Ayahuasca en la selva peruana. Burroughs decía en la correspondencia -que se conoce como “Las cartas de Yage”- que la ingesta de Ayahuasca era un viaje al espacio-tiempo. Esa publicación fue quizás una de las primeras y mayores propagandas en Occidente de esta planta Amazónica.

Ha pasado casi medio siglo para que la ciencia occidental se entusiasme con el Ayahuasca como objeto de estudio. Solo en los últimos años se vienen realizando investigaciones, aunque todavía con pequeños grupos y limitadas muestras. Coinciden también con el reciente interés por investigar las bondades medicinales de las sustancias psicotrópicas y con un creciente cuerpo de testimonios de todo el mundo de gente que asegura haberse curado de la depresión, drogadicción y otras enfermedades tomando Ayahuasca.

Es el caso testimonial de Brendan, un soldado estadounidense que asegura haberse curado de hipotiroidismo, envenenamiento por radiación y un nervio dañado en la pierna izquierda por un accidente militar tras tomar Ayahuasca. Luego de esa experiencia sanadora, se mudó a la selva y abrió su propio centro de Ayahuasca, “El Santuario de Renana”, donde actualmente ayuda a otros veteranos de guerra a mitigar sus heridas físicas y psicológicas. Como el suyo, hay en la selva peruana otros centros a donde los turistas llegan para pasar días de retiro en la naturaleza participando de los rituales de Ayahuasca con chamanes (guías espirituales). Pero la demanda es tan grande hoy que, tanto en la selva peruana (o en el Cusco por su afluencia turística) como en la selva colombiana y brasileña, han proliferado falsos chamanes que dicen conocer la planta poniendo en peligro la vida de la gente. Aunque es poco común, se ha reportado en la prensa la muerte de algunos turistas en manos de ayahuasqueros sin rigor.

Pero, ¿qué tiene esta planta con tantos seguidores y que casi no tiene detractores?

¿Qué se sabe del Ayahuasca?

Se ha estudiado y escrito bastante acerca de este ritual desde el punto de vista de la antropología y de la mística-espiritual. El Ayahuasca o banisteriopsis caapi es una planta medicinal que crece en toda la Amazonía y su uso se remonta a tiempos inmemoriales.

Se trata de una planta considerada sagrada que, ancestralmente, han utilizado los nativos amazónicos para ceremonias rituales. La llaman la planta sabia o maestra y los chamanes que ofician el ritual la cocinan con las hojas de un arbusto llamado Chacruna o Psychotria viridis. Se sabe que el chamán es un especialista en el Ayahuasca y que desarrolla una relación muy estrecha con la planta y su uso. Y esto, según su cosmovisión, le da acceso a secretos del mundo natural y espiritual. Durante el ritual del Ayahuasca, el chamán acompaña y guía a los experimentadores con sus cánticos y sonidos ancestrales. Según la mayor parte de recuentos, la pócima – que resulta de cocinar la chacruna y el ayahuasca juntas – es un brebaje desagradable al paladar que suele provocar náuseas y vómitos.

También los relatos coinciden en que el malestar inicial producido por la ingesta de Ayahuasca queda atrás una vez que la pócima empieza a hacer efecto en el cerebro, llevándolos a un intensísimo despertar de los sentidos, a una alucinación en perfecta conciencia. En muchos casos se revisitan episodios de la niñez o momentos de marcado dolor o trauma, y las personas aseguran salir de la toma de Ayahuasca con nuevas perspectivas para dolores antiguos o con visiones claras acerca de sus propias vidas. Se conoce como enteógeno a la sustancia resultante de la mezcla de la chacruna y la ayahuasca por tratarse de un preparado con propiedades psicoactivas que generan cambios en el estado de la conciencia.

Lo que hace cuando llega al cerebro

Un documental de la famosa cadena pública canadiense CBC, narrado por el reconocido científico y divulgador David Suzuki, explica lo que sucede cuando el Ayahuasca llega al cerebro. La explicación es de uno de los científicos que más ha estudiado la relación planta-cerebro, el Dr. Jordi Riba del Hospital San Pau en Barcelona (la traducción es libre y propia):

“El Dr. Riba y su equipo han encontrado que el Ayahuasca hiperactiva el neocortex, la zona del cerebro que nos hace humanos. Es donde percibimos la razón y tomamos decisiones. También activa regiones como la amígdala, que actúa como un archivo de nuestra memoria temprana, especialmente la más traumática o significativa. Finalmente, el Ayahuasca también activa la ínsula, que se cree es el puente entre nuestros impulsos emocionales y nuestras capacidades de toma de decisión. Cuando un estímulo entra al cerebro, éste trata de entenderlo basado en experiencias previas. En la vida temprana, eventos poderosos o traumáticos crean una huella en el cerebro, como un patrón. Es como un cortacamino que se activa cada vez que enfrentamos una situación similar. Eventos repetidos causan que se refuercen estos patrones neuronales rodeándose de proteínas las conexiones hasta quedar como cicatrices. El Ayahuasca hiperactiva todas las regiones del cerebro donde procesamos y guardamos la memoria emocional, destapando muchas veces memorias sedimentadas u olvidadas. Esta hiperactivación permite a la parte consciente de nuestro cerebro, anular o superar temporalmente esos patrones enraizados, permitiendo que hagamos nuevas conexiones”.

La explicación parece estar en la DMT (N,N-dimetiltriptamina), un alcaloide o compuesto psicoactivo de similar estructura a la serotonina y la melatonina y cuyas propiedades psicodélicas se encuentran también en el LSD y en los hongos mágicos. Pero el Ayahuasca no genera dependencia, tampoco tolerancia y su alucinación es absolutamente consciente. Lo curioso es que la DMT se encuentra en animales y hasta en el cerebro humano de forma natural. No se sabe a ciencia cierta su función pero se cree que interviene en las experiencias cercanas a la muerte, epifanías o sueños vívidos.

Normalmente las enzimas del estómago romperían el compuesto DMT y no tendría efecto en el cerebro. Pero lo interesante del brebaje que preparan los chamanes es que la mezcla de Banisteriopsis caapi con Psychotria viridis permite bloquear las enzimas estomacales y entrar al curso sanguíneo hasta el cerebro, donde provoca la exacerbación de los sentidos en estado lúcido de consciencia.

Uno de los científicos que más ha estudiado el DMT es el doctor en Psiquiatría clínica, Rick Strassman (Universidad de Nuevo México), quien trabajó un estudio (1990-1995) con autorización del gobierno de EEUU en el que inyectó DMT al torrente sanguíneo de 60 voluntarios durante 400 sesiones. En su el libro “DMT: La molécula espiritual”, hace un recuento detallado de las sesiones, sus efectos en la mente humana y su potencial terapéutico. También ofreció una explicación a manera de hipótesis acerca de los relatos de abducciones extraterrestres: que esas experiencias suceden por un exceso de DMT en el cerebro. Hoy Strassman cree que si bien hace falta más investigación, el estudio del Ayahuasca debe hacerse con la intención de ayudar a la gente más que por curiosidad científica o intelectual.

Estudios dan cuenta de sus efectos

Y de una u otra manera es lo que parece estar sucediendo. En el 2015 científicos de la Universidad de Sao Paulo en Brasil publicaron (Brazilian Review of Psychiatry) un pequeño estudio del uso de ayahuasca para problemas mentales como depresión y estrés post traumático. Y en el 2016 investigadores de la Universidad Federal de Rio de Janeiro y el Instituto D’Or para la Investigación y Educación (Idor) publicaron un estudio que mostraba cómo algunos compuestos del Ayahuasca estimulaban la proliferación de neuronas (neurogénesis) y podía ser usado para tratar la depresión y enfermedades del cerebro como el Alzheimer.

También en el 2016, el Dr. Riba co-publicó un estudio que concluye que el ayahuasca promete como herramienta terapéutica para tratar desórdenes relacionados a los impulsos como abuso de sustancias, personalidad o traumas. Y este año investigadores en Perú y ​​España, dieron a conocer algunos resultados de los estudios colaborativos que realizan y que asocian el ayahuasca a cambios en el cerebro como los que produce la meditación.

Mientras la ciencia sigue investigando, el Ayahuasca continúa siendo usado por muchos como una medicina, por otros como herramienta de despertar o incluso como culto. En el Brasil, por ejemplo, existen las llamadas Iglesias ayahuasqueras, donde el brebaje se toma como sacramento, y el gobierno ha reglamentado su extracción y uso. En EEUU también hay Iglesias de Ayahuasca autorizadas. Y en el Perú se declararon como Patrimonio Cultural de la Nación “los conocimientos y usos tradicionales del ayahuasca practicados por comunidades nativas amazónicas, como garantía de continuidad cultural… dentro de un margen culturalmente delimitado y con propósitos religiosos, terapéuticos y de afirmación cultural”.

Eso sí: debe quedar claro que el Ayahuasca jamás debe tomarse sin supervisión de un chamán reconocido, previa dieta estricta, con intención de terapia física y mental y no de pasar una simple experiencia alucinógena. Es solo cuestión de tiempo antes que la ciencia occidental sintetice los compuestos en una pastilla. Pero no hay que olvidar que no hay pastillas milagrosas. Tampoco brebajes milagrosos, si no existe la voluntad de efectuar en la vida propia aquellos cambios que las visiones del Ayahuasca nos proponen y que surgen de las entrañas de nuestra poderosa mente. (nmas1.org)