Ningún asunto en Medio Oriente ha sido tan contencioso como el estatus de Jerusalén, una ciudad que tanto israelíes como palestinos reclaman como su capital.

En 1980, el Estado de Israel declaró a la ciudad como su capital. Y los palestinos designaron a Jerusalén del Este como la sede de su Estado.

Aunque ninguna potencia reconoce ninguno de estos reclamos, aquí está la raíz de las crecientes tensiones entre israelíes y palestinos.

Y estas tensiones están ahora en riesgo de estallar con los informes de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel.

«Cualquier decisión sobre el estatus de la disputada ciudad debe ser tomada dentro del marco de las negociaciones entre israelíes y palestinos», declaró el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y dijo que estaba «preocupado» por la posibilidad de que Trump tome esa decisión.

Francia no fue el único que expresó sus temores. Arabia Saudita declaró que una medida de ese tipo «tendría un impacto nocivo en el proceso de paz«.