Por: Moisés Panduro Coral

Los peruanos queremos que Odebrecht hable. Mejor dicho que no solo hable, queremos que cante. Que cante una por una y con voz de tenor, cuáles son los proyectos en los que sus directivos han entregado sobornos -es decir dinero contante y sonante- a políticos, autoridades, funcionarios, empresarios y medios de comunicación en el Perú para favorecerse con el otorgamiento ventajista de contratos de obras públicas.

Que Odebrecht cante, sin ningún desafinamiento en la nota ni alteración en la letra, los nombres y apellidos de quienes recibieron algún soborno durante los 37 años que vienen operando en el Perú, desde 1979 hasta la fecha, con especial énfasis en los últimos 18 años, periodo en el cual según la Contraloría han ejecutado un monto aproximado de 20 mil millones de dólares en medio centenar de grandes obras en hidroeléctricas, líneas de transmisión, carreteras, trenes, presas, irrigaciones, sistema de agua potable, lagunas de oxidación, plantas de tratamiento, almacenes, muelles, puertos y minas.

Que lo canten todo. Que no guarden nada de su amplio repertorio. Canten si han calentado la mano de un Presidente, un ministro o un alto funcionario del Estado en las centrales hidroeléctricas de San Gabán o Cañón del Pato en el gobierno de Fujimori, en las carreteras Interoceánicas Norte y Sur iniciadas en el gobierno de Toledo, desarrolladas y concluidas en el gobierno de Alan, o en el gasoducto Sur en el gobierno de Humala.

Canten cómo es que ciertos moralizadores de pacotilla y algunos de aquellos que se autoproclamaron y autoproclaman todavía la reserva moral del país no son más que especímenes infectos, intercesores embarrados, bufones deshonestos con postura de catones, esporas mefíticas de la corrupción institucionalizada en nuestro país. Canten para que la identidad de cada uno de ellos sea resaltada en la lista de indeseables que esperamos hagan público como lección escarnecedora para los depredadores de fondos públicos.

Canten las veces que han hecho brillar los ojos de codicia de empresarios cuyas fortunas han engordado hasta la estratósfera de su ambición impúdica. Canten los millones de dólares con los que han aceitado a los dueños de grandes medios de comunicación para evitar censuras, enterrar felonías, tender cortinas de humo y desorientar al ciudadano. Canten de qué tamaño ha sido la propina que soltaron a periódicos y canales para demoler a otros, portada tras portada, pantallazo tras pantallazo, con el protervo propósito de encubrirse a sí mismos.

Canta Odebrecht. Cántanos los estribillos que repitieron los corruptos cuando pidieron la suya y reproduce a todo volumen el cántico que corearon cuando recibieron su marmaja. Dinos, letra por letra, de forma explícita como ha sido la tonadilla de los 20 millones de coima en el gobierno de Toledo, el millón y medio en el gobierno de Alan y los 8 millones en el gobierno de Humala. Y, por lo menos, tararea las propinas, digo las razones, por las cuales los grupos mediáticos y la caviarada que les hace ronda centran su atención solo en el gobierno de Alan, y mencionan apenas de refilón a los gobiernos de Toledo y Humala.

Ya basta de misterios. Queremos escuchar las cifras hasta el último dólar, debidamente individualizadas para que no quede duda, ni se preste a interpretaciones tendenciosas ni a manipulaciones mediáticas. Queremos saber las cuentas donde depositaron las propinas, el monto monetario, las fechas de los abonos, las obras involucradas. Habla Odebrecht!