Con el chupinazo del inicio de la nueva legislatura en España se ha visto que el viejo orden se cae de a pocos. A los cronistas parlamentarios estos nuevos tiempos lo ha cogido a contrapié o están muy desubicados. Han estado acostumbrados al viejo orden que salía de una dictadura de cuarenta años. Ese orden que imponía conductas encorsetadas, de traje y corbata. De un lado, era muy sintomático y metáforico ver a un diputado conservador con denuncias por corrupción y elegido por las unas urnas votando en las elecciones al presidente del Congreso de Diputados, es así esta democracia de baja intensidad. Y de otro lado, a una diputada de izquierdas, no del PSOE, acompañado de su hijo de seis meses en el hemiciclo – se armó la de San Quintín, los conservadores y los del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) vociferando, con rancio deje machista, que eso era un espectáculo de mal gusto y que había guarderías ¿? Emergió el pensamiento patriarcal de hombres y mujeres en contra de ese gesto. Vaya país. Ese orden caduco estaba acostumbrado a las negociaciones opacas y en nocturnidad entre los dos partidos mayoritarios. Era la repartija. Felizmente, ese viejo orden tenía fecha de caducidad. El punto final de ese viejo régimen han sido las últimas elecciones que roto el pensamiento binario que tanto daño ha hecho a este Reino. Los dos viejos partidos de ideas y de comportamientos tenían corruptos dentro de sus filas y ellos y ellas estaban como si nada hubiera ocurrido. Ojalá que los nuevos tiempos contribuya a cambiar esos viejos hábitos y conductas de las prácticas políticas. Aquí, como a la peruana, toman decisiones y no explican a la ciudadanía. Por ejemplo, el PSOE que no es izquierdas ni de derechas, es hoy un partido aguachinado de la socialdemocracia, a pesar de su debacle electoral juega con poca transparencia en estas negociaciones de formar gobierno. Desgraciadamente, los saurios no han aprendido la lección.