Leía que por estos tiempos huérfanos mientras las instituciones públicas cada día son más opacas, las personas, con nuestras vidas nos hacemos más transparentes. Lo contamos y mostramos todo. Una muestra de la opacidad son las decisiones del presidente de Estados Unidos que elude las conferencias de prensa o que veta a periodistas que le hacen preguntas incómodas. También contesta por una red social para ir creando sus “hechos paralelos” fuera del control de la ciudadanía. Aquí en España el presidente de gobierno, de las filas conservadoras, en una conferencia de prensa sobre corrupción se puso delante de la televisión de plasma y asunto arreglado. Se saltó las preguntas del periodismo. O simplemente en un cara a cara, no contesta a las preguntas y se sale con evasivas mismo Cantinflas (“está seco porque no está mojado”), pero el pueblo español tiene capacidad de aguante y tragaderas frente a la impunidad. Pero eso es harina de otro costal. Me quedé pensando en lo que decía en las líneas iniciales de la crónica en la que se dice que las personas lo mostramos todo o casi todo. El lugar adecuado para fisgonear lo dicho son las redes sociales. Allí se muestra hasta lo indecible. Hay que personas que lo publican todo sobre sus vidas – no descansan ni cuándo van al baño. Espero que este último espacio permanezca en la más absoluta actividad, no hay que darles ideas, me comentaba una amiga. Nos dicen lo que van a desayunar, comer, cenar. Si viajan o no o donde están. Expresan sus disgustos, alegrías, penas, lloros. Es un muro, no de las lamentaciones, pero sí donde se muestran todo el arco de emociones, y muchas ves, la refuerzan con fotografías de las más inverosímiles. Mientras los gobernantes se ponen prendas para encubrir sus mentiras, las personas hacemos strip tease.

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