200 Cerbatanas

Pero si mañana fueran las elecciones Keiko Fujimori y su gente se comería con pantalones y todo políticamente hablando a Julio Guzmán. Esas teorías que es el único que podría ganarle a la hija del dictador en una posible segunda vuelta es una hipótesis tan lejana como absurda en un país donde cada día el panorama cambia tanto que cualquier cosa que suceda con los candidatos es impredecible.

Julio Guzmán parece cada vez más débil. De hecho que al principio el sustento de sus posibles acciones de llegar al gobierno, con ese tinte de técnico y de sabelotodo ganaron muchos adeptos en las redes sociales. Pero cuando ya la gente iba preparada para preguntarle sobre temas que quiere definiciones, se le nota timorato, evadizo y hasta exaltado. Sucedió en Arequipa cuando habló de Tía María.

Por su parte los que si merecen especial atención, no para creerse lo que dicen sino para interpretar cuál será su futuro mediato, son los apristas. Yo había sostenido que esa declaratoria tan abierta hacia las políticas económicas liberales o de derecha lo habían alejado inexorablemente del pueblo (clase media, baja, extremos pobres). Por más que esgriman responsabilidad en su segundo mandato es tan difícil que puedan levantar que nos lleva a pensar que algo bueno está pasando porque les permitirá relanzarse como un nuevo partido con figuras y rostros que le den otro aire a esa estrella desgastada.

Han de estar desesperados en saber que Verónica Mendoza y Alfredo Barnechea les están quitando el espacio de donde se creían propietarios que los atacan sin piedad. Físicamente en el primer caso hacia sus locales y verbalmente contra Barnechea diciendo que quería seguir siendo aprista, algo que le será muy difícil despercudir de su currículo del hoy acciopopulista.

Y finalmente parece que ya está todo dicho con el pobre César Acuña. Ese gran aparato electoral que armó a través de su universidad con el sueño que tenía de ser presidente se desplomó tan rápido que ya amenaza sus propios intereses económicos. Lo que no pudieron hacerle los apristas en el norte, una demolición en medios y redes terminó por hacer algo que muchos creían imposible: que los medios influyan aún tanto en sectores masivos para hacer caer un candidato. No pueden encumbrar a uno, pero aún pueden impedir que alguien se meta por los palos.

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