Reencuentro maravilloso de agustinos de Iquitos

Cuando en 1984 un grupo de egresados de 1982 y 1983 se reunieron para iniciar lo que se convertiría en los emblemáticos reencuentros de exalumnos agustinos de Iquitos no se imaginaron que 33 años después los promocionales de 1987 organizarían una maravillos reencuentro en Lima. El sábado 25 de noviembre del 2017 pasará a la historia porque fue un buen comienzo de una jornada que debe perdurar. Pro & Contra estuvo en “El Tambo” de San Miguel y se los cuenta a su manera.

Una vez más los exalumnos del Colegio San Agustín de Iquitos sorprenden gratamente y se convierten en pioneros. De la mano de los promocionales de 1987 organizaron un torneo de fulbito en Lima donde participaron más de 30 equipos, varios de ellos llegados desde la capital loretana, especialmente para la fecha. Fue una verdadera fiesta que para algunos comenzó el viernes y terminó el domingo. El sábado fue el día central. Campeonaron 1994 y 1982. Más allá del título está el compañerismo y confraternidad de los agustinos. Era la primera vez pero no será la última. Porque ese mismo sábado se entregó la posta a la promoción 1978, que al cumplir 40 años de egresados será la que organice el 2018 el reencuentro con un reto grande: superar en todo al de este año.

Los partidos estaban programados para el mediodía. Los exalumnos comenzaron a llegar después de las diez y antes de las once. La noche anterior los promocionales de 1987 habían disfrutado de una fiesta inolvidable en uno de los ambientes de “El Tambo” de San Miguel, un complejo del deporte y la diversión, que incluye habitaciones donde varios se alojaron para estar “más cerca de la cancha”.

Se armaban los grupos interpromocionales. Gente de todas las condiciones y poco a poco todo el complejo fue copado por exalumnos. Las dos canchas principales estaban listas para recibir a los equipos. Un grupo desde 1978 hasta 1989 y el otro desde 1990 hasta el 2016. Los camerinos estaban abarrotados y, según algunos testigos, varios tuvieron que cambiarse en los que tenían el rótulo de “Damas” no se sabe si por falta de espacio o por otras cuestiones. Como era previsible, desde el pitazo inicial, la picardía dentro y fuera del campo se escuchaba en varios metros a la redonda. De acuerdo al color del polo ya se sabía qué año de promocionales estaba en un determinado lugar. A ojo de buen cubero la mayor cantidad se disputaba entre 1986 y 1989. Con una característica: la mayoría de 1989 llegaron desde Iquitos y eso daba un ambiente singular a la esquina donde se ubicaron para ver los partidos, tomar unas cervezas y vestirse los polos de estreno.

La cita fue una mezcla de deporte y diversión. Grupos de veinte o de dos. Exalumnos que llegaron con sus nietos y sus suegras. Esposas que llegron acompañando a quienes con el pasar de los años se convirtieron en jugadores cuando en la época escolar apenas controlaban la hora. Pero de eso se trata. Que todos participen. Uno que otro profesor se paseaba entre grupo y grupo y mientras se disputaba un partido algunos miraban atentamente y otros tomaban el licor amargo. Por donde uno iba se encontraba con un conocido, de antaño o contemporáneo. Y entre saludo y saludo venían los recuerdos y las anécdotas de las aulas. Era un ambiente inmejorable. Era la primera vez que se organizaba un reencuentro de esa magnitud y con esa pretensión: que haya equipos promocionales de Lima e Iquitos. Los días anteriores en el aeropuerto de Lima e Iquitos los exalumnos coincidían para volar y llegar. Unos incluso en el mismo aeropuerto coordinaban el lugar de alojamiento.

En los partidos hubo sorpresas y ratificaciones y revelaciones. La promoción 1985, por ejemplo, ganó el primer partido de una manera increíble, pues perdía 2 a 0 y en el último minuto empató al equipo de Iquitos de 1983 que obligó a ir a la ronda de penales en la que pasó a la siguiente ronda. 1983 en el papel era mejor equipo pero ya se sabe que no siempre gana el mejor. 1985 con penales también ganó su segundo partido a 1984 y a pesar que el equipo donde brilla Marcial Salazar era superior en todo, tuvo que alejarse del torneo por las estupendas atajadas del arquero Portalzanza, cuyo arrojo y osadía le valió estar varios minutos en observación después de atajar un tiro penal del popular Masho. Con esa suerte y ese arquero 1985 llegó a la final. Disputó el título con 1982 y los penales determinaron que el equipo capitaneado por Richard Vinatea alzara la copa donada por Martín D’Acevedo. La promoción 1982 fue un justo campeón. Combinaron muy bien entre los radicados en Lima e Iquitos y de otras ciudades. La participación de Carlos Ángulo fue vital, al igual que Tito Simons en el arco y German Torrejón dentro y fuera del campo. Esa promoción 1982 permitió observar hermosas triangulaciones en los pies de Vinatea y Ángulo con el apoyo de los demás. Por eso cuando campeonaron no sólo se alegraron los de esa promoción sino la mayoría de los asistentes. Esa alegría aumentó cuando se vió a los promocionalee campeones cantando y brincando. Un verdadero desborde agustiniano no sólo por el campeonato sino por el encuentro con los amigos del colegio y conversar sobre lo que hicieron en los años que se dejaron de ver.

El fulbito siempre es un buen pretexto para reunirse. Y los de 1987 lo saben. Y fue uno de los tantos aciertos dividir en dos grupos. En la cancha de los jóvenes estaban a cien por hora en los partidos. Jugadas peligrosas y decisiones del árbitro que provocaron polémica y reclamos. Jugadas con mucha energía y patadas que no siempre iban a la pelota. Jhon Soregui demostró que mantiene la calidad en la promo 1994 que finalmente campeonó. Rubens Braga en la 1990 daba el toque de calidad ante el aliento a veces desaforado de Marcos Cabrejos. En tanto que en la 1992 el popular Chelo ratificaba sus aptitudes atléticas. Aunque los organizadores temían que las ganas de campeonar de algunos llevara al juego demasiado fuerte que provoque lesionados, nada de ello sucedió y 1994 campeonó con justicia y por eso la algarabía desbordó en la celebración. Que en ralidad fue la celebración de todos. Porque al final no se celebraba a un campeón sino al campeonato. Y el campeonato somos todos, seremos todos, por los siglos de los siglos.

Así que a esperar el 2018 con ánimo agustino y con billetera de franciscano.