Hay muchas lecturas y relatos sobre las últimas elecciones en España. Está muy claro que la población española es indulgente y cómplice con la corrupción como lo fue Italia de Berlusconi. Es una alianza rara para los estándares de una supuesta ciudadanía desarrollada europea, quizás sea lo que ha dejado el legado de la memoria histórica del franquismo, esa pasividad cívica ante estos males. Las personas encuestadas sobre el voto en las elecciones no decían la verdad, pareciera que se vive en un país bajo el yugo de un dictador u otros lugares de calidad baja de la democracia. Alguien decía que el actual gobierno en funciones de España, no es el premio Nobel peruano que ha sido complaciente con la corrupción del partido conservador, es una anomalía democrática y lo es. Pero no es sólo corrupción, recordemos que la sede del partido conservador ha sido pagada con dinero negro sino también el que tiene como protagonista a un Ministro del Interior que muñe con otros funcionarios el seguimiento a los políticos independentistas catalanes – ¿acaso no decían que eso ocurría en el país caribeño de Venezuela? Con escuchas y otros métodos clandestinos, nos devuelven a las épocas de las cavernas, como peruano me recuerda los magros momentos con Montesinos y sus diarios chichas. Que espanto. En el caso de partido de izquierdas Unidos Podemos han sido, los y las votantes más conservadores en sus filas, supuestamente, los que no votaron por ellos. No lograron movilizar o ilusionar a ese núcleo duro. Eso parece decir las encuestas. En verdad, poner oído a los líderes conservadores de la izquierda española pareciera que estás visitando a una de las eras de la humanidad. La realidad ha cambiado, pero ellos siguen igual ¿en qué se diferencian de los conservadores de derechas? Casi en nada. Lo más sano es beber ayahuasca en esta realidad cada vez más surrealista.