El ex gobernador regional de Loreto Iván Vásquez Valera ha sido internado en el penal por la sentencia en primera instancia que ha determinado el juez del primer juzgado unipersonal de Maynas, José Chumbe Silva quien encontró responsabilidad en la mala construcción del alcantarillado de la ciudad de Iquitos. Iván Vásquez junto a otros ex funcionarios ahora tendrá que pagar una reparación civil de 500 millones por dicha obra. ¿Constituye el ocaso de una de las figuras más representativas de la política amazónica? La cárcel en los últimos años no ha servido para opacar a ciertos líderes de nuestra política. Al menos en el ámbito nacional existen casos que podrían hasta perturbarnos por la reacción social contraria a lo que el sentido común piensa que va suceder: el término de una carrera política.

El ejemplo más claro es el de Gregorio Santos que, desde la cárcel, logró ganar una elección e incluso tener una expectativa nacional. El mismo Waldo Ríos de Ancash se dio el lujo de pagar una reparación civil haciendo colectas y mostrarse como una víctima de un centralismo político que, según su entendimiento, no entiende sus excentricidades y cariño popular que le hizo ganar una elección contra todo pronóstico. Claro que no contaba con la carga ideológica de Santos, pero sí con cierta demagogia que encubrió con un discurso popular y reivindicativo y claro cierto clientelaje que le sirvió de base electoral.

Tal vez Vásquez Valera tiene algo de los dos anteriores. Cuenta con cierta popularidad y clientelaje que ha formado en periodos de alcalde y gobernador regional y una simpatía y acercamiento popular que lo identifica por encima de sus contendores políticos de entonces. Su discurso ideológico más bien es reemplazado por su ángulo regionalista reinvindicativo de la Amazonía por el resto de las demás regiones del país. Un caudillo regional que ha sabido colocarse mediante el negocio político entre los anteriores gobiernos nacionales que le permitió cierta tranquilidad. Pero ahora está casi sólo.

El gobierno ha hecho una alianza con el gobernador actual y su peso político se ha ido perdiendo precisamente por la soledad de una coalición de su grupo Fuerza Loretana con los nuevos líderes del escenario nacional. Tal vez ellos no lo quieren porque hay varias calaveras en su ropero, pero esa personalidad de caudillo que un día lo encumbró seguramente podría ser el arma que lo salve del olvido y el vituperio local de los que lo quieren ver varios años en la cárcel. Y una de esas probabilidades que manejará es la victimización de alguien que sólo quería construir el primer alcantarillado en una ciudad en el Perú, pero ese valor se cae en una ciudad tropical y sin gravedad que desgasta la obra humana con una rapidez que no resulta vender el producto.

Además el sistema judicial quiere víctimas siempre ante un hecho que en múltiples evidencias ha sido una mala obra desde su concepción. Da la impresión que tiene las cosas perdidas más aún si no hay una figura con ese carisma que haga la lucha desde la calle con Fuerza Loretana. Era previsible que esto sucediera y que Vásquez Valera manejara la posibilidad que desde la cárcel, al menos por unos meses dónde seguramente estará por el valor de la pena de seis años, haga política con lo único que le queda: él.

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