Por Filiberto Cueva
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A finales de los años 90 el actor norteamericano Robin Williams protagonizó a un profesor de secundaria llamado John Keatubg en la reconocida película “La sociedad de los poetas muertos”. Una película cargada de inspiración y de preguntas para tantos buscadores de respuestas.

El profesor de escuela se ve reflejado en las películas como alguien amable y sencillo, cuyo tesoro más valioso eran sus ideas y las estrategias que este usaba para poder compartirlas con los demás.

Esta, es una de mis películas preferidas. Se ve a un profesor promotor de la libertad y el amor. La libertad para aprender, elegir lo que consideramos de importancia y no. Y el amor, como valor que facilita la convivencia y dinamiza el entorno.  Se ve siempre a un profesor que acompaña al alumno, no para decirte lo que debe o no elegir. Sino para preguntarle ¿Qué aprendió? De aquello que eligió. Del mismo modo, servir de mentor o coach.

Todo parece indicar que este profesor enseñaba a cómo aprender. Antes que solo dictar algunas cosas, asignar algunas tareas y a casa. Enseñar a aprender es brindarle al estudiante las herramientas para que este mismo pueda ser el responsable de su aprendizaje, tomando en consideración aprender lo que a él le genera curiosidad y sobre lo que posiblemente podría ser bueno.

Con los modernismos actuales, un estudiante de secundaria podría seguir cursos online y aprender lo mismo que un estudiante que acaba de graduarse. Con los modernismos actuales, ese mismo estudiante, podría aprender idiomas y tantas cosas más que incluso harían real la frase de que “el alumno supera al maestro”.

Hace 02 semanas he ido a un curso sobre “second life y realidad virtual”. El profesor era un ciudadano mexicano del Tecnológico de Monterrey, una de las mejores universidades de México y aunque solo éramos 10 asistentes en su clase, el profesor comentó que se sentía nervioso, porque hacía cerca de 3 años que ha dejado de dictar clases presenciales, sino que, ahora todo lo hace online.

¿Podría este profesor desde su computadora, transmitir libertad y amor a sus estudiantes? Está claro que las máquinas no sienten, pero están diseñadas para ayudar a transmitir lo que el ser humano siente “El medio más no el fin”.

Desde Venezuela, hace más varias décadas el jesuita José María Velaez fundó desde Caracas (Venezuela) la que hoy sería una de las experiencias de formación más exitosas de América Latina. Me refiero a la red de colegios Fe y Alegría, mismos quienes en sus principios tienen que “la educación es una obra de amor”.

Ese mismo loable sentimiento que Robin Williams encarna en la “Sociedad de los poetas muertos”, valiéndose de la poesía para decirle a sus alumnos que “ el tiempo es hoy” y que todo lo que ocurre hoy, en nada se parecerá al mañana.  Por supuesto, el hoy, tampoco se parece al ayer, sino que lo diga el profesor mexicano, que ayer dictaba clases presenciales y hoy casi ha perdido la noción de cómo hacerlo.

¿Y si enseñamos a los chicos a aprender? A perderle miedo a equivocarse o mejor aún a aprender aprendiendo. Que está claro, leyendo aprendemos a leer, sumando aprendemos a sumar, y seguir que aprendo a hacer, haciendo.