A raíz de que la prensa basura empezó a dar cobertura los líos conyugales de una pareja de personajes que participan en realities televisivos, y una vez que se empezó a tratar directamente, de modo despreciable, el delicado caso de personas con transtorno de personalidad, se reactualizó el papel del de un personaje bastante peculiar, un tal doctor Angulo.

Resulta que el tal doctor Angulo habla en televisión de la salud mental o de los problemas afectivos y emocionales con un desparpajo alucinante.

Los «diagnósticos» del tal doctor Angulo no solo exhiben una ligereza e inexactitud que harían ruborizar a cualquier profesional mediano del sector. Además, se permite calificar a las personas como «locas», «desequilibradas» sin ningún tipo de miramientos, sin conocer a los involucrados, sin haber pasado por su consultorio. Así, de modo espontáneo y gracioso.

Cualquier riña, bronca, atisbo de conflicto emocional entre los famosos resulta una carta blanca que la televisión, con actitud cínica, brinda a Angulo para su lucimiento mediático, plagado de excesos verbales e histrionismo.

Los interesante es que hay una reacción muy fuerte de parte de la opinión pública y de los propios artistas ante este enjuiciamiento público que hace esta suerte de sicario mediático de la salud mental. Una de las que ha salido fuertemente a cuestionar a Angulo es la actriz Anahí de Cárdenas. Además, ya columnas periodísticas y de opinión han ido sacando al fresco este comportamiento tremendista.

A mí me parece francamente injuriante que la prensa le dé tribuna para ventilar tan complejos y difíciles como la salud psicológica o psiquiátrica de un ser humano.

Sea por sensacionalismo, morbo, facilismo o lo que se quiera, dejar que el negocio y el entretenimiento recaigan en este tipo de temas y bajo la lupa de gentes como el tal doctor Angulo es simplemente inaceptable.