Escribe: Jorge Martín Carrillo Rojas

Hoy llega el papa Francisco a nuestro país. Luego de 30 años un sucesor de Pedro llega a Perú.

Los loretanos hemos tenido la suerte de tener a un papa en su momento, que ahora es un santo: San Juan Pablo II y fue él, durante su pontificado, que inmortalizó aquella frase: el papa se siente charapa.

Pese a ser bendecidos aquel 5 de febrero de 1985 por su santidad, poco ha servido para las futuras generaciones y más a las autoridades que fueron sucediendo desde aquel año hasta estos tiempos, pues casi todas han olvidado y no han practicado uno de los mandamientos de la ley de Dios, el séptimo para ser precisos, que dice: NO ROBAR.

Si el papa Francisco hubiese venido a Iquitos, habría tenido que usar un papamóvil con buenos amortiguadores pues las calles son un desastre por culpa de la ya famosa empresa China que hizo mal el alcantarillado y luego por desidia de las autoridades que se olvidaron de atender las demandas de los pobladores y sobre todo cumplir sus promesas, como la de mejorar las pistas.

Si tan solo nos fijáramos en algunos ejemplos nos daremos cuenta que el séptimo mandamiento pasó al olvido para muchos, desde pobladores hasta autoridades.

La refacción de las pistas es un primer ejemplo. No existen obras en esta ciudad, sobre todo si se trata de pavimentaciones, que presenten problemas en su ejecución. Muchas incluso muestran deterioros a pocos meses de haberse inaugurado. Lo que extraña es que en esas obras existen supervisores y las gestiones municipales tienen un funcionario que recepcionan las mismas. Pese a ello el ROBO es más que evidente. Para decir, sin temor a equivocarme, que algunos constructores, no todos por cierto, le roban al pueblo, a las autoridades y estas no dicen nada.

Desde hace años en esta ciudad se ha institucionalizado el robo de las tapas de los buzones, con ello las ya destruidas pistas se convierten en doble peligro para los conductores de motocicletas y vehículos en general. Si uno se pregunta ¿Y para qué roban estas tapas? La respuesta es muy sencilla, para vender el metal del que están construidas como chatarra. Desde que se inició el robo de tapa de buzones a la fecha nunca ha sido intervenido ningún sujeto especializado en este “arte” del robo de tapa. Tras el robo de tapas, lo que llama la atención es que las mismas sean repuestas por tapas de madera, cuando las normas establecidas es que estas deben ser repuestas del mismo material original. Desde Sunass han indicado a este columnista que las tapas de madera pueden ser colocadas provisionalmente pero no deben ser eternas. Cuidado que el precio de estas tapas de madera cueste tan igual que una de metal, seguro que Sedaloreto u OTASS, tendrá alguna respuesta a la reposición y al precio de las tapas de madera.

Un tercer ejemplo y que muestra que entre nosotros nos robamos es lo acontecido hace pocas semanas. Una entidad financiera instaló con autorización de la municipalidad provincial de Maynas, tachos de basuras en las plazas 28 de Julio, de Armas y en la calle Próspero cuadra 5 en la vereda de la entidad financiera. De ellos, los instalados en la calle Próspero y plaza 28 de Julio desaparecieron por arte de magia. Para decir que ni los tachos de basuras se escapan del ROBO.

Esto último no debe extrañarnos de los robos a futuro. A ello hay que sumar que ni las tan publicitadas cámaras de video vigilancia pueden detectar robos tan simples como de los tachos de basura.

Así las cosas ni una próxima bendición del papa Francisco nos genera esperanza alguna de que los robos en todas sus formas en la ciudad puedan mostrar menores índices. Salvo me equivoque y comencemos a vivir en una ciudad diferente.

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