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Andrés un joven estudiante de Bellas Artes ha llegado a la conclusión que él es el resultado de los libros que nunca leyó, las fiestas a las que nunca fue y las canciones que nunca escuchó.

Todo empezó cuando hace 45 días prestó en la biblioteca de su universidad un total de 22 libros que hablan sobre creatividad. De los 22 solo cogió uno que en sus primeras páginas decía que una de las características de las personas creativas es que suelen acumular muchos libros, pero casi nunca terminan de leerlos.

La biblioteca de la que Andrés sacó los libros los presta inicialmente por 15 días, con la posibilidad de renovar los mismos libros hasta por 6 veces más. Es decir, 15 días por cada renovación. Al momento Andrés ha renovado los 22 libros por 3 veces más y según ha dicho los renovará por 3 veces más, hasta completar las 6 y luego devolverlos.

¿Qué por qué no devuelve los libros si no los va a leer? Es una pregunta que le hemos hecho. Pero las primeras páginas del único libro que se animó a medio leer dicen que, la pereza es también en algunos casos una característica de los creativos. Dice él entonces que lo único que está poniendo a prueba durante todos estos días es su creatividad.

Sin embargo, Andrés no solo acumula libros, acumula también discos y suele rechazar con frecuencia a la mayor cantidad de fiestas a la que es invitado. Los discos los acumula por las portadas, no por la calidad de la música o el estilo de las canciones. Si la portada del disco es bonita, la conserva.

No escucha los cds porque su computadora no tiene lector de cd y su teléfono tiene instalada la aplicación de spotify que le da cientos de canciones gratuitas que no tiene derecho a elegir, sino que, se la dar al azar. Precisamente por eso la gratuidad.

En relación a las fiestas a las que es invitado, hay una respuesta a la que con frecuencia se ve expuesto y es la de ¿Por qué no fuiste a la fiesta? Y aunque siempre tiene una respuesta distinta, es porque creo que no le gustan.

Es entonces que pienso que muchos somos como Andres, somos como él, porque hay libros que nunca leemos y que incluso compramos sabiendo que ni un ojo le echaremos. Del mismo modo ocurre con la música – que, aunque alegra el alma – no siempre nos detenemos a escuchar e interpretar la letra, sino solo el sonido. De ir o no a las fiestas, no me atrevo a generalizar porque he visto a quienes para la vida es solo eso “una fiesta”.

 Está claro entonces, que no somos solo lo que hacemos, sino también lo que no. También somos los viajes que no hicimos. La comida que no comimos, las lágrimas que no lloramos y las palabras que nunca expresamos.