El premio compartido

La consagración del Premio Nobel de Literatura pidió editora Tierra Nueva para el poeta nicaragüense Ernesto Cardenal Martínez. Era la segunda oportunidad en que venía a Iquitos y la solicitud, que debió llegar en algún momento a Estocolmo, se nutría de dos cosas centrales: la calidad de su poesía que arribaba a la cumbre con ese libro de las sabidurías que era y es “Cántico cósmico”. Y la capacidad de unir vida y poesía como un sacerdocio admirable. El galardón máximo no llegó. Acaso no era lo más importante.

Lo que contaba entonces era homenajear, agasajar, desde el fraterno exceso amazónico a tan ilustre visitante. Ahora que ha ganado un importante premio, el de la Reina Sofía, nos sentimos orgullosos de seguir siendo sus fervorosos lectores, de regresar a sus libros cada cierto tiempo, de admirar esa ejemplar entrega a la causa de la poesía como destino manifiesto. Y, desde luego, nos sentimos emocionados y orgullosos de haber podido traer a Iquitos en dos oportunidades a un poeta de su magnitud, de su talento y de su calor humano, lejos de poses y de caprichos, algo que lamentablemente no todos poseen.

En su catálogo editora Tierra Nueva cuenta ahora con “Antología esencial” y “Pasajero de tránsito”, de Ernesto Cardenal. Es decir, el vate laureado es también uno de los nuestros. Un autor que le da otro nivel a la editora provinciana, valgan verdades. Ello sin desmerecer la labor de los demás. Pero el compatriota de Rubén Darío vale lo que pesa, y es un personaje legendario en el continente. Por muchas razones que no es el caso considerar aquí. Lo que cuenta es que tenemos sobradas razones para sumarnos al premio como si se tratara de una fiesta nuestra, de un lauro personal y propio. El premio concedido, además, es de los que en tantos partes, aquí y allá, admiran su poesía.