En la celebración de un nuevo aniversario de Iquitos apareció como un atractivo inesperado el perro de dos patas. Apareció en la plaza de Armas conducido por un experto en adiestramiento de canes. En ese momento se realizaba el acostumbrado desfile militar y el perro de dos patas hizo de las suyas con sus cabriolas, sus paradas y sus caminatas y sus bailes. La gente dejó de interesarse por el espectáculo de los militares y rodeó al animal para divertirse. Y se divirtió con tanta pasión ante las habilidades del perro de dos patas que había venido de Tingo María.

En esa ciudad había conseguido llamar la atención a nivel nacional y se convirtió en una estrella de muchos programas televisivos. Luego llegó a Iquitos y después del nuevo aniversario se convirtió en un verdadero fenómeno. En cualquier esquina de las calles centrales, en ambientes abiertos de la zona periférica, aparecía de improviso y  hacía  delirar al público presente. Era toda una sensación y pronto se convirtió en el número principal en cuanta celebración ocurriera en Iquitos. En las fiestas lograba interrumpir la música con sus movimientos. En esas andaba cuando el destino hizo su labor y el perro con dos patas fue a parar en manos de un candidato.

El candidato era de los que migran de vez en cuando, de los que cambian de camiseta  según la ocasión, y convirtió al perro de dos patas en su mascota preferida que le acompañaba a donde fuera. El hecho de que el can inválido  hubiera cambiado de norte y de dueño hizo que la gente se alejara sin más. Ese desinterés hizo que el candidato perdiera las elecciones. Luego de su derrota no quiso saber nada con aquel animal.  Tiempo después el perro de dos patas acabó abandonado en cualquier parte.