Uno de los oficios más ingratos, de los muchos que hay, es el del periodista deportivo, sea mujer u hombre. Tienen que adivinar el porvenir. Es esa lucha por adivinar lo que vendrá. Si son estos días de fastos o nefastos. Puede ser una victoria o un triunfo. Ellas y ellos intentan pergeñar el futuro como los sacerdotes en el templo de Delfos luego de un partido, de una carrera, de un ejercicio. Pero muchas, casi siempre, de sus profecías van al tacho. En eso el juego tiene mucho de humanidad. Es que nadie sabe lo que pasa por la cabeza de los deportistas en cuestiones de segundos, ahí lo impredecible. Un ejercicio repetido miles de veces en cuestiones de segundos pueden errar. Pero eso de jugar con el destino es a su vez un aspecto fascinante de ese oficio, bueno, si se lo toma en serio. En mis tiempos de la infancia y adolescencia estos faunos, los periodistas deportivos de fútbol, aparentaban ser discretos, imparciales, no se ponían la camiseta de un equipo al menos públicamente. Era muy mal visto. Hasta le podían reprochar. Pero los tiempos han cambiado mucho. Porque hoy los medios de comunicación, sus propietarios, han alimentado y dado de comer al periodista deportivo forofo, hooligan. Al troglodita. A que lanza denuestos de tribu a favor de su equipo y en contra del rival. Al que no conoce la rivalidad y el ardor deportivo. Muchas veces, esos periodistas nunca practicaron un deporte pero opinan de todo porque el fútbol es un deporte que se presta para esas especulaciones. Es el que siempre busca excusas peregrinas para su equipo cuando pierde o que vierte dosis de zalamería cuando gana. Todo extremo – parecen discípulos de Trump. Su misión pareciera ser el de enlodar la cancha deportiva con bulos, infamias. Su relato es de los nuestros y los otros. Son los que no reconocen las virtudes del rival y las debilidades del equipo que defiende. El discurso que usan es de choque contra el adversario, rival, contrincante (peor si eres nacionalista de centro o periférico como aquí en España). Han perdido la fe en el deporte y en el periodismo. Me parece muy difícil que esto cambie de rumbo. Rúbrica de los tiempos.

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