Cuentan que Franz Kafka y sus amigos leían, y recitaban, párrafos de sus obras para deleitarse en sus tertulias. Era un autor reconocido a pesar de la discreción que él siempre mantuvo. No deseaba la gloria literaria y le encantaba los paseos donde podía verse su aguda observación de lo cotidiano. Gran fisgón, un flaneur como decía Walter Benjamín. Amaba pasar desapercibido. Infelizmente, una enfermedad mental lo tuvo en diversos sanatorios y en uno de ellos, una noche de nieve, se quedó allí dormido hasta que encontró su muerte. Se enteraron después de dos días que él yacía en el hielo sin vida. Su nombre era Robert Walser, escritor suizo nacido en la ciudad de Biel. Mucha de su obra publicada lo debe a sus amigos si no permanecería en el anonimato como él tanto quería. Con el estío sobre nuestros hombros y sudores leía (disfrutaba cada párrafo) esos días, Jakob von Gunten, una novela de Robert Walser. La obra te atrapa seductoramente (se pierde, sin darse cuenta, de la noción del tiempo y espacio) desde las primeras líneas donde describe la residencia para jóvenes Benjamenta. Walser relata con exquisita prosa a los colegas de la residencia y a los hermanos que lo regentan. Una residencia donde se formaban jóvenes para ser útiles a la sociedad (esas manidas, y desgastadas de fondo y significado, palabras y otras que la universidad debe estar vinculada a la empresa hay que revisarlas siempre). No te enseñaban a pensar si no a obedecer lo que dice el reglamento, el reglamento es el freno para cualquier iniciativa individual. La educación impartida es cincelar seres anodinos, seres sin atributos y sin brillo – que se visten de banderas por el aniversario patrio ignorando que hacer patria es otra cosa. En verdad, a través de esta residencia nos está describiendo la sociedad actual que no quiere mentes brillantes si no que se siga el camino ya trazado. Que no se cuestione nada. Que se entretengan en fruslerías (¿FB?) y eso conviene al sistema. Disentir es ir a contracorriente. En este sentido, la escritura de Walser es liberadora del pantano en que estamos sumergidos.

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