COLUMNA: PIEDRA DE SOL

                                                                                         

   Por: Gerald  Rodríguez. N

Estas elecciones presidenciales, no solo trajo sorpresas, sino también una yapa irónica en nuestra historia del Perú: la mayoría parlamentaria que ocupar el nuevo congreso pertenece a la agrupación de la hija de quien fue condenado por delitos de lesa humanidad y considerado uno de los presidentes más corruptos de Latinoamérica y el Perú. Pero he ahí nuestra realidad y conciencia nacional, la mayoría parlamentaria será fujimoristas, y aquí sus opciones.

 Si gana quien tiene mayoría. “Si la mayoría absoluta coincide con el partido de quien es elegido presidente puede devenir en una concentración del poder y, por coincidencia, tendencia a prescindir de una minoría que no necesita para nada”.

Si gana quien no tiene mayoría. “El segundo escenario puede ser peor, porque si gana quien tiene la minoría en el Congreso y se enfrenta a la mayoría que proviene del partido derrotado, lo que puede suceder es la tentación de ejercer, esa mayoría, una especie de gobierno desde ese Parlamento, lo cual es relativamente inconstitucional y puede derivar en una situación de conflicto e inestabilidad que podría llevar a que el gobierno minoritario invoque a la propia constitución para la disolución legal del Parlamento”.

Lamentablemente el escenario el necesariamente en el que nos encontramos no es el mejor.  Y con esto no quiero pensara que lo peor está por suceder en definitivamente, pero la posibilidad de que lo que pueda pasar lo peor está abierta teniendo en cuenta los antecedentes de la historia política del Perú, no abre una esperanza al caos.

Si la señora Keiko es electa presidenta, tendrá todo el poder, y no tengo duda de que lo usará, como lo hizo su padre, sin aceptar contrapesos, y esto es demás pensar, ya que lo lleva en la sangre y en los genes, por más que cambie su discurso. Si en cambio perdiese la segunda vuelta, el Congreso podría convertirse en un duro escollo para el próximo gobernante, ya que sería una piedra en el zapato y en el camino para genera caos e inestabilidad.

Alberto Fujimori no tenía mayoría en el Parlamento antes del golpe de 1992. A partir de entonces, tuvo mayoría absoluta y cuando la perdió, en el 2000, la compró. Con ella, el Legislativo claudicó a favor del presidente, quien se convirtió en el verdadero legislador. Basta repasar el alto número de decretos de urgencia producidos en ese período. Pero aquel Congreso de mayoría fujimorista no solo cedió su función legislativa, sino también claudicó de su función fiscalizadora. Recordemos que de los más de 200 pedidos de comisiones investigadoras, el número de aprobadas no llegó a 10.

La minora tendrá un duro papel de fiscalizar y de ir más allá del parlamento para hacer escuchar su voz. Necesitamos a esa minoría que parezca con mayoría ante los medios ya que está bien difícil que puedan tener voz en el congreso.