El negro Sabú

Moisés Panduro Coral

Ha venido a visitarme el compañero José D’broc Azevedo. En Iquitos todos le conocen como el negro Sabú, pero pocos saben que es un pasionario aprista. Que sufre si algunas veces hay que sufrir, una debacle electoral, un ostracismo momentáneo, una pena del alma. Que no odia, si no lo único que hay que odiar, la muerte, las injusticias y las desigualdades. Que se regocija si hay que regocijarse, -y hay mucho de que regocijarnos-, sobre todo en esta semana de la fraternidad, del afloramiento de la buena vibra, del abrazo de una hermandad que tiene su fuente mística en el sacrificio de hombres libres que lo dieron todo, de la memoria de los tiempos heroicos que los complejos cainitas quisieran ver marchita, de la celebración jubilosa de un natalicio que cubre de lozanía una fe que nunca muere.

–  Es la semana de la fraternidad, compañero, me dice, y le he traído un tesoro.

Le abrazo y se sienta ayudado por la mano de su sobrino nieto que le acompaña. Sus trémulas manos abren un viejo libro, y de entre sus páginas extrae un sobre de ribetitos rojos y blancos, aquellos en los que se introducían las cartas que después serían llevadas al correo o encargadas a una mano amiga para ser entregadas a sus destinatarios.

–  Vea esto, nadie lo tiene, éste de polo soy yo, hay otras personas rodeando al personaje que acaba de bajarse del avión, y aquí -se le brillan los ojos, se apura su respirar ya cansado, se le enronquece la voz,- ¡Víctor Raúl!.

El compañero Sabú levanta la mirada para cerciorarse de que estoy impactado. ¡Lo estoy!. Hace tiempo que obedeciendo los impulsos de una vocación frustrada de historiador, he estado buscando una foto como ésta. Una que muestre a Víctor Raúl poniendo los pies en suelo loretano. Lo hizo en setiembre de 1931, y de ese extraordinario suceso escribí una crónica publicada en 1995, en ocasión del centenario de Haya de la Torre, en el semanario católico “Kanatari”. No la enriquecí con fotos porque no las encontré. Averigüé a los descendientes del famoso fotógrafo, cineasta y compositor loretano don Antonio Wong que según los periódicos loretanos de la época grabó una película de ese histórico acontecimiento y ellos me respondieron que esos materiales se habían perdido. ¡Cuánto siento haber llegado tarde!.

–  Estoy tras los pasos de Víctor Raúl en la amazonía, compañero, -le expliqué-, y créame que esta fotografía tiene un significado de incalculable valía no solo para usted sino para mi. He seguido silenciosamente las huellas del Jefe en nuestra región, aunque confieso que lo hago intermitentemente; he hojeado antiguos periódicos en la soledad de los fines de semana, he revisado actas municipales algunas a punto de ser incinerados en la hoguera; he consultado con varios líderes, incluyendo al legendario Armando Villanueva; he conversado con hijos y nietos de compañeros que hoy reposan en el oriente eterno, tengo testimonios orales y encontré escritos en periódicos, pero fotografías, escasamente cuatro o cinco, y ninguna de él en Iquitos. ¡Ésta es la primera!.

En Octubre de 1957, después de su prolongado asilo y del subsecuente destierro que duraron ocho años, Haya de la Torre de vuelta al Perú, vino nuevamente a Iquitos. Esta vez lo hizo por vía fluvial, embarcándose en Pucallpa en la lancha “Sinchi Roca” y acompañado de una pequeña delegación en la que destacaba un famoso científico peruano y un joven loretano que después llegó a ser senador. También hablé con este último en 1996 después de descubrir una acta de sesión de concejo municipal suscrita en esas fechas en Contamana en la que Víctor Raúl es declarado huésped ilustre.

Los testimonios que he reunido son una inagotable veta para profundizar esta investigación. ¿Se imaginan ustedes a un hombre famoso en todos los confines, perseguido fieramente por las dictaduras, amigo personal de Albert Einsten y de muchos prominentes representantes de la literatura, la política y la ciencia mundial, reconocido como doctor honoris causa en las universidades más renombradas del planeta, habitual columnista y personaje de noticias de los periódicos de todos los idiomas, y creador de una ideología política continental, descansando en la hamaca de una lancha, visitando pequeños pueblos asentados en las orillas del río Ucayali, conversando afablemente con los pasajeros y haciendo cola con un plato, un tenedor y un pocillo para recibir su ración de almuerzo, llegando al puerto de la calle Brasil en Iquitos sin pomposidades, ni huachaferías gestuales a las que nos tienen acostumbrados los políticos contemporáneos?. Pues ése es el Haya de la Torre que nos falta conocer.

El compañero Sabú y su acompañante escuchan atentamente. La foto que trajo corresponde a la tercera visita de Haya de la Torre a Iquitos en 1963. Una cuarta visita, en 1978, se suspendió por  la enfermedad que ya le aquejaba a sus 83 años. Los muchachos que entonces emergíamos en el aprismo sufrimos una gran decepción.

En un momento de la conversación entramos a su vida, sí, la de él, la de José D’broc Azevedo. Llegó a Iquitos con las carpas y las jaulas de un popular circo de la década de los sesenta: el Acapulco. Su papel era el de domador de elefantes. Su nombre laboral: “El negro Sabú”. Nos reímos cuanto nos cuenta que para evitar la artritis en los elefantes, un día sacó a esos gigantes a dar una vuelta por las calles de Iquitos, la gente adulta se asustaba y se metía a sus casas, sin embargo los niños salían a su encuentro. En la noche, éxito total, en la carpa no cabía un alfiler. Cuando el circo levantó tiendas, el decidió quedarse en Iquitos. Se enroló en el APRA, se hizo de familia, y después, con los años, llegó al CNI donde oficia de guardián durante más de 40 años hasta nuestros días. Nunca dudó de su Partido ni en las buenas ni en las malas, no ocupó un cargo público, y su aprismo está al tope como en sus años mozos. Tampoco abandonó al CNI, nuestro equipo emblemático, ni en primera ni en segunda.

–  No abandonaría el CNI así jugara en tercera división, pero quiero que vuelva al fútbol profesional, me dice, saboreando el refresco que nos invita la asistente.

Es que estamos ante un hombre que a sus cerca de 90 años tiene sus lealtades bien puestas, un arquetipo para quienes quieren diferenciarse de los saltimbanquis de la política. Un exponente de la fraternidad que, más allá de nuestras naturales discrepancias, nos une en este 22 de Febrero, fecha del nacimiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, el creador de una doctrina que como dice el cuasi poeta aprista Alfonso Salcedo “es un motivo de vida en mi vida”. Así es, en la de él, en la mía, en la del negro Sabú, en la de todos los que anhelamos la paz y la justicia social.

8 COMENTARIOS

  1. Que buen artículo Moisés y después de tiempos leo algo terrenal, algo relacionado al aprismo verdadero, al de Haya de la Torre y te felicito, porque también deberías escribir cómo el c. Alan García, también, en 1983, viajo toda la Amazonía en lancha columpiándose en su hamaca, en su camarote, haciendo cola para comer su frejol ucayalino con Orison Pardo, hablando con las gentes en los barrancos de Pucallpa, Contamana, Tiruntan, Requena, Flor de Punga y otros. Y, casi nada, ya es fue dos veces presidente del Perú, y estoy seguro que habrá su tercera: TODO UN PERSONAJE, también y para Moisés Flores, tu tocayo, mis saludos y reconocimiento por su inquebrantable vocación y filiación aprista. ¡Felicitaciones!

  2. Moisés, te felicito por el artículo. Excelente. Pepe D Brot es parte de la historia de Iquitos, una leyenda viva, para quien va un abrazo. Saludos y un abrazo en el día de la fraternidad, recordando al maestro Víctor Raúl Haya de la Torre.

  3. Flashhh!!!!. Este modesto artículo está dando excelentes resultados. Acabo de recibir otra foto de Haya de la Torre caminando en la zona baja de Belén (Iquitos), posiblemente en 1963, acompañado de dirigentes apristas y de muchos niños. Entre sus acompañantes puedo ver a un juvenil Moisés Flores Díaz (inconfundible mi veterano tocayo) y a una compañera que vive (o vivía) en la cuadra 10 de Arica. A los demás todavía no los reconozco. ¡Qué emoción!

  4. De tiempos leo algo interesante de Moisés. Un abrazo a los apristas, apristas de los de Haya de la Torre como me recordaba mi padre cuando nos cortábamos los cabellos en la Arica cuadra 10.

  5. que gusto poder leer un artículo de calidad del representante neto del aprismo en nuestra tierra, saludos compañero sigue progresando que te lo mereces.

  6. Que bien que se mencione a un «personaje» digamos emblematico de la ciudad de Iquitos, quien no conoce al negro Sabú ese hombre de lealtad eterna al CNI, sin embargo Sabú a la edad que tiene es un anciano que sino fuera el CNI quien lo cobija quien sabe que fuera de el, haber si esos compañeros que dicen ser fraternos y que por ese motivo lo nombran en este artículo, empezando por Ud. Sr. Panduro porque no le tienden una mano contsante a este hombre que entre tanta gente se ampara muchas veces en la caridad de los vecinos de la cdra. 11 de la av. caceres, hay que mencionar que al menos a su edad es un hombre con una vida digna, si al menos pudieran imitar el algo la grandeza que tenia Don Victor Raul Haya de la Torre y lo reconozco sin ser parte de la lacra actual que es el apra; asi mismo quisiera invocar a la gente que de alguna manera pueda llamar la atención de los medios hacer algo por la vida de otro personaje tambien sé que es aprista de esos como sabú de los buenos, me refiero al «Brujo» cuyo nombre es Juan aquel ser humano que siempre hemos visto con un silbato y vendiendo periodicos a pesar de su condicion fisica, hoy el pobre brujo dá lastima ya nadie lo mira es otro anciano a quien vemos ahora arrastrandose por inmediaciones de la plaza 28 viviendo si se podria decir a la esperanza de la caridad de la gente, al margen de todo hagamos algo, ayuden a que le puedan donar una silla de ruedas y que se le pueda internar en el asilo de ancianos…tienen la palabra.

    • Amigo «Observador», el problema del negro Sabú es que la dirigencia actual del CNI no le paga durante meses, es decir está peor que los jugadores de este equipo nuestro a quienes incluso les hicieron firmar planillas falsas sin haber cobrado. Siempre que he podido, hice llegar alguna ayuda personal al negro Sabú, pero su problema central mi estimado «Observador» es la roñosería de quienes deben pagarle y no lo hacen, creo que no tiene ni Seguro, lo cual sería una verguenza para una institución a la que sirve durante más de 40 años.

      En cuanto a la militancia de aprista de Juan sí que es una novedad para mí, conozco esporádicamente al «Brujo», pero nunca le vi en el Partido o en nuestras actividades. De todas maneras, sea o no sea aprista, trataré de buscar ayuda para él. Gracias por el dato.

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