Desde hace varios años hay una oposición a lo políticamente correcto. Por lo general los alfilerazos, puyas y venablos muy emponzoñados vienen de las filas de la derecha o de personas de cierta tendencia conservadora. Que quieren expresarse como lo hacían hasta hace pocos años por ejemplo contra las personas con discapacidad o de diferentes capacidades, personas negras, indígenas, homosexuales, lesbianas, feministas, inmigrantes (siempre que no sean sus connacionales) entre otros. Se enervan hasta enceguecerse, y muchos de ellos se ponen hechos unos basiliscos llegando a insultar a su interlocutor sin ningún complejo. Sin tener ningún freno moral y social de respeto a la otra persona. Hace poco un periodista que se inventa noticias políticas o deportivas en España a raíz de una bandera del Tahuantinsuyo en un local del Ayuntamiento de Madrid dijo que era una gilipollez (cojudez en peruano) y que los indígenas andaban con taparrabos – se nota que el pobre hombre, estrecho de todo, no sale de su burbuja y piensa que muchos indígenas visten como en las películas de vaqueros. Desgraciadamente, estas son las personas que reclutan los grupos mediáticos de la televisión  y cuentan con cierto respaldo de la ciudadanía sino no estuvieran donde están. Y lo que me parece increíble es que no pasó nada, no hubo reproches ni protestas al grosero deslenguado. Igual sucede con las personas que enarbolan el feminismo, los que están en la orilla diferente las llaman de saque “feminazis”, mostrando así el alto grado de intolerancia ante una idea diferente. Otro día, una persona de la farándula local se admiró que las personas negras trabajaran; como si el trabajar fuera solo de blancos. Y luego nos preguntamos porque hay gente que se fija en Donald Trump. En el fondo esas prejuicios, fobias muestran mucha inseguridad, miedo al diferente. Justamente, la idea de lo políticamente correcto es una seña de identidad del pensamiento liberal, el del respeto hacia el otro, a sus ideas y pensamiento, y el alto grado de la persona humana. Pero, caminamos detrás contra el viento.

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