COLUMNA: PIEDRA DE SOL

                                                                                         

   Por: Gerald  Rodríguez. N

No es ningún delito afiliarse o simpatizar, inclusive, militar en un partido  político, pero saber sus procedencia, su historia, o por lo menos, de qué tronco nace aquella rama política, no debe ser un principio moral, para quien decida apoyar y dar su confianza, sino debe ser hasta un principio de la propia conciencia. Hoy por hoy me preocupan los jóvenes, aquellos que están en la actividad política y que, queriendo actuar en este panorama social de la política, han elegido a un partido político a quien apoyarán, y ahí no está el problema del asunto, sino que su elección es tan importante para el desarrollo del país, como para muchos que están por venir, y como todos merecemos un país más justo, igualitario, su elección debe nacer del conocimiento de su elección, con conciencia social, y que se ha ido perdiendo desde las aulas y desde la misma educación.  Y es que poco se dice en los libros de historia que se imparte en nuestra educación de aquellos políticos que ya gobernaron hace muchos años, sus nombres ya quedó gravado en la mente de los padres, abuelos y tatarabuelos, pero que los jóvenes no conocen, hasta creen que un Alan García, que una Keiko Fujimori, que un Alejandro Toledo, que un Cesara Acuña, son imágenes nuevas de la política, en la cual ven toda una esperanza de cambio. Pero si los libros de historia del Perú, si la transversalidad de la historia regional diversificada, fueran más justas en hablar sin ocultar la verdad del pasado tenebroso en la política que estos personajes hicieron gala en un momento, otra sería la historia y otros, tal vez muy pocos, serian aquellos jóvenes que levantasen ahora las banderas del APRA, o la bandera anaranjada con la letra “K”, con la letra “A”,  o con la letra “T” o con las siglas “PPK”.

Pero de los  laberinto de la educación, los jóvenes salen nulos en política e historia del Perú, que estos falsos líderes que han manchados los libros de la historia peruana moderna, hoy pretenden llenar ese vacío, no hablar del pasado y no conocerlo, ya que esto condena a todo un pueblo, y la educación se presta muchas veces para esto, saliéndose de su rol concientizar al individuo ante la sociedad, de crear conciencia en él para que conozca, analice y critique el pasado y de tales modos, sus discursos hermosos, retóricos, populares, y casi hasta ridículos, del  presente, para cambiar un momento de la historia. No hay criticidad en los jóvenes que siguen a Keiko, García, Acuña, Kuczynski, solo hay fanatismo, emoción, idealismo febril. No hay pensamiento convergente, paralelo con el pasado, analítico del presente y de sus propuestas. Solo veo jóvenes que van en busca de un candidato, en busca de trabajo, a costa de cualquier cosa, inclusive de mentirse a sí mismos.  Solo veo jóvenes atrapados en sus laberintos condicionantes de una educación vacía, sin haber educado con valores sociales, históricos, políticos y culturales. Solo veo pintar calles con letras en mayúsculas y no escucho defender ideas, planes de gobiernos, propuestas de desarrollo. Solo escucho grita el nombre de un candidato, jamás defenderlo con base y fundamentar la filosofía que sustenta la existencia de aquel partido. No veo partido políticos, solo grupos de personas asociadas para enriquecerse, para mentir, para usar a los jóvenes como banquito para llegar, allá arriba, donde está el poder.